Cuarto de Muestras

Palabrería

El reloj de la Feria no lo sabe manejar bien nadie porque además engaña

Es tiempo de Feria. Lo proclama el aire caliente, la luz clamorosa, la euforia de geranios en terrazas y balcones, los muros cubiertos de buganvillas, los vencejos que sobrevuelan las plazas para inspiración de los toreros, la tarde que se demora. Lo dice calladamente el albero que extiende su vieja alfombra dorada. Lo delata La luz que es alumbrado, el farol que es farolillo, las puertas que son portadas, las casas que son casetas, los coches que son de caballos, el color que es alegría, las sevillanas que son algazara, el baile que es seducción, el vino que es amistad. La melancolía, porque toda celebración tiene su punto de añoranza, de tristeza dulce. Tiempo que hace girar la noria de la vida con su romanza y su idilio, con su trayecto circular y pequeñito que da vértigo al subir y al bajar y al detenerse si es que alguna vez se detiene.

Es tiempo de Feria y andan las casas revueltas sacando los trajes de gitana, flores, mantones y abalorios. Es tiempo de zapatos viejos y de ropa nueva. De azuzar a costureras y tintorerías para que todo esté cuando tiene que estar. Tiempo de dejar de comer para entrar en el vestido o en el traje de chaqueta. Tiempo de mirarse en el espejo y de volverse a mirar. Tiempo de decir que estamos a tiempo de hacer un viaje y escapar de todo porque la feria invita tanto a divertirse como a huir de ella.

Es tiempo de Feria, sí, y de decir que este año no voy a ir más que un día, que luego son dos o tres o los que sean porque, un día nos apetece y otro son los compañeros y otros son los amigos y otro los compromisos y, así hasta que acaba la feria, y nos decimos que el año que viene cuando llegue la feria nos vamos de viaje que sale mucho más barato y saludable.

Es tiempo de Feria, de saberse medir a uno mismo. De saber llegar a tiempo porque la feria sin ambiente no es feria y, lo más difícil, de saber marcharse cuando mejor nos lo estemos pasando, antes de que sea tarde y al día siguiente nos preguntemos por qué no supimos irnos a tiempo porque después la feria deshizo su encanto y ya todo fue cansancio y exceso. El reloj de la Feria no lo sabe manejar bien nadie porque además engaña.

Está el alma en vísperas, dispuesta y temerosa. La vida nos aguarda, es tiempo de Feria.

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