La esquina

José Aguilar

El PP pide igual trato al PSOE

EL argumento del PSOE andaluz para negarse a dejar gobernar a los candidatos del PP que tienen mayorías relativas en todas las capitales andaluzas, excepto Huelva, a cambio de que los populares, abstención mediante, den vía libre a la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta, no carece de fuerza y racionalidad.

Consiste, el argumento, en que la investidura de la candidata socialista a la Junta no tiene alternativa -de hecho, ningún otro grupo parlamentario ha pensado siquiera en una candidatura propia, aunque fuera en plan testimonial-, mientras que en varios de los ayuntamientos comentados la alternativa es viable, y de hecho el PSOE trabaja activamente para ponerla en pie. A través de los pactos, se entiende.

Esta diferencia es la que legitimaría la voluntad socialista de no corresponder a su demanda de que el PP se abstenga en el Parlamento andaluz en beneficio de Susana con la abstención paralela del PSOE en los ayuntamientos en beneficio de los alcaldables populares (en este caso la ley funciona con automatismo: gobernaría la lista más votada, sin necesidad de convocar nuevas elecciones como en la autonomía).

La singularidad, sin embargo, debe ser matizada. La exigencia del PP de igual trato ante situaciones semejantes es de total justicia. Que gobierne en la comunidad autónoma la candidata que más votos y escaños consiguió en marzo, aunque no disponga de mayoría absoluta, ofrece el mismo grado de representatividad ciudadana y estabilidad institucional que el hecho de que gobernasen las ciudades los candidatos del PP que sacaron más votos y más concejales que ningún otro partido.

Este es el problema de fondo que da solidez al contraargumento del PP: dame lo mismo que pides que yo te dé. Ni más ni menos. Hay otra razón más práctica. Allí donde PP y PSOE quedaron más bien igualados, aunque con ventaja popular, está justificado que el segundo intente el pacto para sumar apoyos y superar al primero. Donde la diferencia entrambos ha sido notoria, ni está justificado ni la opinión pública lo entendería con facilidad.

Y no entendería en absoluto que para desalojar a un alcalde que rozó la mayoría absoluta se organicen frentes de hasta tres o cuatro partidos muy distintos y distantes, alguno de los cuales defienden propuestas extravagantes o antisistema. También en política tres son multitud. Y cuatro, un carajal. Eso no funciona nunca.

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