Confabulario
Manuel Gregorio González
Zapater y Goya
Su propio afán
Ya en mayo y echando cuentas de lo poco que queda para el verano, tendría que hablar de lo que adelgaza, pero hablaría de oídas. A sabiendas, podría hablar de lo que engorda (la buena educación, la lectura, el humor, la religión o la humildad), pero ahora no pega. Me concentraré en lo que no adelgaza, para que no tengan la excusa de que nadie les avisó.
No adelgaza comer tres lonchas de jamón de york después del postre, con el cargo de conciencia. La sacarina tampoco adelgaza. No adelgaza comprarse unas zapatillas de deporte. Tener una bicicleta estática en el pasillo no adelgaza. No adelgaza merendar sin ganas porque aseguran que adelgaza hacer cinco comidas al día. No adelgaza leer regímenes de adelgazar ni hacerles fotocopias. No adelgazan las planillas de comidas, aunque sean de colores. No adelgaza saberse de memoria las calorías de los yogures. Pesarse no adelgaza.
No adelgaza envidiar a los delgados. Ni siquiera adelgaza admirar a los delgados. No adelgaza recordar a los demás que están gordos o afearles lo que comen. Y puede afectar al cariño que te tengan los demás. Lo que los demás comen no te engorda. Los kilos no son contagiosos. Hablar de no comer en la comida no adelgaza. No adelgaza no ceder en los agujeros del cinturón: asfixia y corta la circulación. Comprarse ropa estrecha no adelgaza, ni guardar en el armario la que se nos quedó pequeña. Hacer el amor me parece que no adelgaza. (Yo me sospecho, eso sí, por qué lo dicen tanto, que ya nos conocemos.) La vanidad, contra lo que se dice, no engorda, pero tampoco adelgaza. Mirarse al espejo no adelgaza, aunque aumente las ganas. No adelgaza decir: "Mañana empiezo" ni "el lunes empiezo". "Operación bikini" no es conjuro mágico: no adelgaza.
Beber mucha agua apila, no adelgaza. Apuntarse al gimnasio no adelgaza. No adelgaza, como se malicia mi amiga Aurora Rice, asegurar en los artículos que uno está gordo y que luego, cuando la gente te vea, piense que no es para tanto. No hay que tener demasiada esperanza en los efectos psicológicos. Ni en los ópticos. Vestirse de negro no adelgaza. Poniéndonos puntillosos, la acupuntura quizá no adelgace. Ni la hipnosis. Ni el gnosticismo.
Obsesionarse no adelgaza y suena a obeso. Falstaff dijo que ser gordo no es un motivo para ser odiado, pero sí, ciertamente, para que se rían de uno; y eso, añadió Chesterton, es una experiencia de lo más saludable para el alma.
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