El lanzador de cuchillos

Y Maite cumplió su palabra

En estos tiempos de confusión moral, tenemos la obligación de defender la memoria de las víctimas de ETA

Se han cumplido 20 años del asesinato de Joxeba Pagaza a manos de ETA, y su hermana Maite, arropada por Fernando Savater y un nutrido grupo de familiares y amigos, ha denunciado en la localidad de Andoain el cambio de estrategia del entramado etarra en la era del posterrorismo: de la industria del crimen al blanqueamiento político de la izquierda abertzale, socia parlamentaria de Pedro Sánchez y María Chivite en Madrid y Navarra. Pagaza ha advertido de las graves responsabilidades del nacionalismo radical en la "producción industrial" del terror que se saldó con casi 900 muertos, 400 de ellos aún sin resolver (ninguno de los reclusos de la banda ha facilitado información para aclararlos). Ha recordado, además, las palabras de Otegi ante sus seguidores en octubre de 2021 sobre el acuerdo de "presos por presupuestos" con Sánchez y los cambios legales que llegarán para poner en libertad a los 150 etarras que siguen en prisión.

El 8 de febrero de 2003, mientras agarraba con fuerza la mano inerte de Joxeba en la UVI de un hospital donostiarra, Maite le prometió la palabra. Pilar, la aparentemente frágil madre de los Pagaza, se impuso también, desde ese día, con disciplina de hierro, la tarea de perpetuar la voz de su hijo, prematuramente silenciada. La de Joxeba Pagaza fue la crónica de una muerte anunciada, en la que participaron asesinos de pensamiento, palabra, obra y omisión: ciudadanos ejemplares, terroristas fanatizados y políticos de corazón pétreo. Ninguno de ellos quiso escuchar su grito desesperado. Me lo decía Pilar, hace unos años, en el salón de casa de su hija, mientras Titi, la viuda, asentía con la cabeza.

Maite y Pilar se comprometieron delante del cadáver de Joxeba a ser la voz de aquellos a quienes la voz les fue arrebatada. Pilar cumplió hasta que la vida la dejó sin fuerzas y Maite ahí sigue: inasequible al desaliento y ajena a las consignas del momento político, nunca faltó a la palabra dada. Pero no la podemos dejar sola. En estos tiempos de confusión moral, tenemos la obligación de defender la memoria de las víctimas de ETA y de impedir que se pise su dignidad y se manipule la historia.

Nota: 25 años del asesinato de Alberto y Ascen en Sevilla. El sábado, gala de los Goya en Sevilla. El gremio se acordó del No a la guerra (la de Aznar, no la de Putin), de la sanidad pública madrileña y arropó a Muguruza. Otra oportunidad perdida.

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