Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Monticello

Víctor J. Vázquez

vvazquez@us.es

Madrid neopentecostal

Es innegable que en esa Comunidad se está fraguando una cultura política propia

España posee una cultura política secularizada. Muestra de ello es no sólo la legislación vigente en materia de aborto, eutanasia, reproducción asistida o matrimonio homosexual, sino el propio hecho de que los debates parlamentarios sobre estas cuestiones se han caracterizado por el uso de razones públicas. Es decir, por la ausencia de argumentos puramente religiosos, vinculados a los dogmas de fe de una confesión. Es cierto que perviven residuos de confesionalidad de dudoso encaje constitucional en nuestro ordenamiento, como, muy señaladamente, el sistema de financiación de la Iglesia Católica que consolidó Rodríguez Zapatero, o el estatuto de la asignatura de religión católica. No obstante, se trata de viejos problemas de las relaciones Iglesia-Estado que no son testimonio, como dramáticamente quiere hacer ver cierta izquierda, de una anomalía española. Al revés, me atrevería a decir que nuestra cultura es en muchos aspectos más secular que la de nuestros países vecinos, donde también, como es propio de las viejas naciones europeas, perviven residuos confesionales, cuando no Iglesias de Estado.

Es por esta razón por la que hemos sentido una sensación de extrañeza ante el fervoroso discurso que hace unos días ejecutaba la pastora evangélica Yadira Maestre en un acto del PP de Madrid. En la forma y en el fondo aquello sonaba ajeno no ya a nuestra tradición religiosa sino a nuestra tradición democrática. Se puede pensar que ha sido un simple error de cálculo, pero conviene tener presente aquello de que Madrid es España dentro de España que dijo la Presidenta. Y es que es innegable que en esa Comunidad se está fraguando una cultura política propia, especialmente permeable en algún ámbito a tendencias provenientes del otro lado del Atlántico. Y no me refiero aquí a la pionera telepredicación mesiánica de Pablo Iglesias, que también, sino al hecho de que sin el evangelismo político es muy difícil entender hoy la realidad institucional de México, de Perú, de Colombia... y por supuesto de Brasil y de Estados Unidos. La pujanza del fundamentalismo evangélico no ha sido sólo el punto de partida de la decadencia católica, en muchos lugares, sino también el origen de un problema puramente democrático que nada tiene que ver con la clásica querella sobre la separación Iglesia-Estado, sino con algo más complejo que nos interpela sobre el propio lugar que ha de ocupar el dogmatismo religioso en un sistema, el democrático, que asume como presupuesto la deliberación racional.

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