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LIBROS OLVIDADOS

Fue una labor meditada, combativa, exigente y realizada en solitario, al margen de las instituciones franquistas

El pasado día 11 en su espacio Alto y claro, José Antonio Carrizosa, aludía a Alfonso Carlos Comín, un nombre que llevaba muchos años sin ser recordado en la prensa andaluza. Pero no solo sorprende su olvido. A su nombre podrían añadirse media docena más en similar situación de injusto silencio, a pesar de haber convertido, todos ellos, Andalucía en foco primordial de sus investigaciones y escritos desde finales de los sesenta del pasado siglo hasta bien entrada la Transición. En algún caso, como el de Comín, por una elección afectiva, ya que ni siquiera era andaluz y su vinculación profesional con la región –dio clases en Málaga– apenas duró cuatro años. Sin embargo, quedó marcado por aquella estancia y dedicó dos espléndidos y bien elaborados libros, La España del sur, 1965, y Noticia de Andalucía, 1971, a plantear los problemas sociales y económicos que agobiaban esta tierra. Fue una labor meditada, combativa, exigente y realizada en solitario, al margen de las instituciones franquistas, las únicas entonces existentes. A lo que se añadía la peculiar perspectiva de análisis de un cristiano marxista. Estos dos libros abrieron, en el árido y apagado panorama cultural andaluz, un ambiente de posibilidades e intercambios de ideas. Ya se podía opinar y discutir con datos de primera mano. Y cabe pensar que de la conciencia social despertada por estos dos libros (de los restantes, escritos por los otros compañeros de viaje, sugeridos antes, ya se hablará otro día) nació el germen de una nueva mentalidad andalucista. Por eso sorprende el completo olvido al que se han relegado estos libros, ya que gracias a ellos se configuraron las primeras reflexiones críticas que, por aquellos años, sirvieron de punto de partida para reclamar otra visión política para la región. Pero quizás podría aventurarse una explicación: al establecerse las agrupaciones políticas deseosas de captar el poder latente del andalucismo, sus dirigentes orientaron miméticamente sus programas según las pautas de los nacionalismos periféricos. Y así, asumieron que lo más inmediato era recuperar un padre para la patria, un himno, una bandera y toda esa parafernalia simbólica. En su ciego afán por tratarse de tú a tú con los otros nacionalismos, desdeñaron que la singularidad andaluza requería otro tratamiento. Por eso, no les interesó en absoluto dedicar un tiempo a leer, a pensar las opciones, ideas y propuestas acumuladas en aquellos libros. Y así les fue. Su ignorante prepotencia les condujo al fracaso. Por tanto, quizás convenga ahora, como reparación, leer aquellos olvidados libros.

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