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Una voz en 
el desierto

¿Sabremos los españoles reconocer la labor desarrollada por Pagazaurtundúa durante tantos años y con tanta convicción

Hay opiniones y actitudes que han quedado apagadas y silenciadas porque el mundo político al que dirigían sus críticas ha hecho todo lo posible por excluirlas y silenciarlas. El mejor ejemplo de esa censura vital lo ha dado el nacionalismo vasco. Como ideología dogmática, al alimentarse a la vez de narcisismo supremacista y del resentimiento contra todo lo que suene a español, ha procurado que, desde dentro, no tome cuerpo ninguna voz disidente. Y han sido centenares los que han pagado con la muerte recurrir a ese atrevimiento. Porque el nacionalismo solo sobrevive inventándose un enemigo imaginario y arrinconándolo en el desierto. Pero, por fortuna, algunas voces lograron escapar a esa persecución letal en unos casos, inquisitorial y con resabios carlistas, en otros. Y una de esas voces, surgida muy desde dentro –como un eco de ancestros vascos demócratas que también supieron reclamar igualdad y libertad para todos– ha sido durante más de 25 años Maite Pagazaurtundúa. Durante ese tiempo, la defensa y coherencia de sus convicciones la ha obligado a transitar desde un PSE –que, en 2007 empezaba a barruntar lo que ahora, ya sin pudor, se ha cumplido– a UPyD y Cs. Y en estos días, se retira tras pasar estos 10 últimos años en el Parlamento Europeo. Quizás quien vivió situaciones tan brutales en su entorno familiar ya no soporta más esta nueva fase actual, turbia, oportunista, sin principios. Puede que sus propios recursos vitales se hayan agotado y ya no soporte más acatar tanto olvido de ese pasado trágico, solo para facilitar ahora, que unos cuantos cínicos se mantengan en su puestos de poder y mando. Aunque la acompañó siempre una cierta modestia, Pagaza debía sentirse obligada a permanecer en la lucha, porque allí, en el País Vasco, su voz muchas veces fue la única que reclamaba, desde Bruselas, que se cumpliese con lo propio de un estado de derecho en cualquier región europea: libertades civiles y pluralismo político. Es decir, respeto a las voces del que se siente diferente. Por eso, esta renuncia de Maite Pagazaurtundúa a continuar en la militancia parlamentaria antinacionalista, abre serios interrogantes. ¿Siente que, tras los últimos acontecimientos políticos del sanchismo, su voz –un referente hasta ahora tan escuchado por el constitucionalismo español– solo declama ante un nuevo desierto cada vez más insensible y desnortado? Y, por otra parte, al margen del juego e intereses de sus partidos, ¿sabremos los españoles reconocer la labor desarrollada por Maite Pagazaurtundúa durante tantos años y con tanta convicción?

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