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Antonio Campos

José Gómez Sánchez y su legado

Fallece el insigne médico

EL pasado día 4 de marzo, a los cuarenta y dos años exactos de su llegada a Cádiz, la ciudad que eligió para vivir y desarrollar su actividad universitaria y académica, falleció el profesor José Gómez Sánchez. Hace apenas unas semanas había cumplido 95 años y hasta el último de sus días estuvo, como siempre, atento a todo aquello que hace de nuestra existencia una aventura, digna de vivirse a plenitud. ¿Quién fue don José? ¿Qué le debe la medicina y la universidad española? ¿Qué debe Cádiz a su figura? ¿Cuál es su legado?

El profesor Gómez Sánchez nació en Barcelona en 1921, estudió medicina en Valencia y desarrolló su actividad asistencial, docente e investigadora en Madrid, en el Hospital Clínico de San Carlos, la Universidad Complutense y el Consejo Superior de Investigaciones científicas. En esta última etapa recibe el magisterio de dos grandes figuras de la medicina española, Fernando de Castro y Juan Manuel Ortiz Picón, discípulos respectivamente de Cajal y de Rio-Hortega, los dos histólogos más relevantes de la Escuela Española de Histología. En su etapa madrileña trabajó también con Julián Sanz Ibáñez, Alfredo Carrato y con el gran cirujano Francisco Martín Lagos. En su libro sobre la historia de la anatomía patológica, Julio Escalona Zapata atribuye a Gómez Sánchez el impulso y la popularización en España de la biopsia intraoperatoria que realizaba, junto al quirófano, con un equipo móvil formado por un microscopio, un micrótomo, una bala de carbónico y algunos colorantes y, como consecuencia de ello, el cambio de una anatomía patológica vinculada a la autopsia a una anatomía patológica vinculada a la clínica. Un cambio de mentalidad del que fue pionero Gómez Sánchez y que está absolutamente consolidado en nuestros días.

En 1974 el profesor Gómez Sánchez accede a la Cátedra de la Facultad de Medicina de Cádiz y elige la ciudad gaditana -la ciudad española de la libertad y la inteligencia- como sede y ámbito para ejercer y proyectar desde entonces, y hasta el final de sus días, toda la creatividad científica e intelectual de la que era portador. En Cádiz aplica al Hospital de Mora sus técnicas de biopsia intraoperatoria, impulsa la microscopia electrónica y desarrolla un magisterio ejemplar sobre una pléyade de discípulos, entre los que orgullosamente me encuentro, del que ha surgido una importante escuela de catedráticos, profesores titulares, jefes de servicio, etc., que distribuidos por España y América tienen al profesor Gómez como referente científico e intelectual. Entre sus obras quiero destacar la traducción y adaptación a nuestro idioma de los libros Cuadernos de Histología Humana (1974) y Embriología Humana (1977) de J. Poirier, libros que, a través de numerosas ediciones, han constituido para los estudiantes de medicina españoles su núcleo formativo en dichas materias y que, en su estructura y orientación pedagógica, reflejaban con toda claridad el modelo didáctico, asertivo y conceptual, que a diario desarrollaba en sus clases el profesor Gómez Sánchez. Entre 1978 y 1983 el profesor Gómez desempeñó el Decanato de la Facultad de Medicina de Cádiz impulsando, entre otras muchas iniciativas, la creación por primera vez en la Facultad gaditana de una Cátedra de Historia de la Medicina con el objeto, no solo de impartir docencia en dicha área, sino también de acoger e investigar el rico patrimonio documental del antiguo Real Colegio de Cirugía de la Armada, institución clave en la historia de la cirugía española.

La vida intelectual de don José no ha estado solamente relacionada con su actividad profesional, sino que, por el contrario, se ha extendido además a ámbitos culturales muy distintos, que van desde la filosofía o el cine hasta la navegación o la historia de América, pero no en lo que el conocimiento tiene de erudición sino en lo que este tiene de instrumento para comprender y analizar el tiempo presente y para vislumbrar los horizontes futuros. Son estas reflexiones las que, desde su llegada a Cádiz, ha ido diseminando en publicaciones y foros muy diversos de la propia ciudad y de toda España especialmente a través de las Academias, y muy en concreto de las Reales Academias Hispano Americana y de Medicina de Cádiz, de la que era presidente de honor. A este respecto es importante recalcar que su pensamiento, siempre provocador y novedoso, ha constituido para todos sus interlocutores un estímulo intelectual de primera magnitud que no ha dejado indiferente a nadie.

Pero si todo lo arriba indicado es sin duda importante, no lo es menos el estilo personal con el que ha proyectado e impregnado toda su vida y su obra. Hombre elegante y atrevido, alegre y nihilista, perfeccionista y sugerente, lógico y provocador, preciso e imaginativo, enérgico y sensible, José Gómez Sánchez ha sido, sobre todas las cosas, un hombre que durante toda su vida ha ejercido plenamente esa cosa tan compleja que llamamos libertad. Y lo ha hecho sin más ataduras que la de ser fiel a sí mismo, a la amistad y a las instituciones a las que ha servido. Su gran amigo el cirujano Diego Figuera, pionero de los trasplantes en España, expresa en sus memorias su gran admiración por Gómez Sánchez del que afirma era "un hombre que sabía siempre lo que quería".

Hace cinco años escribí en Diario de Cádiz, con motivo de su nonagésimo cumpleaños, que don José era un lujo de cuya presencia y vitalidad cultural había gozado Cádiz durante décadas sin que la sociedad gaditana, a mi modo de ver, hubiera sido muy consciente de ello. A la hora de su muerte nos toca preservar su legado y su memoria: la del médico innovador al servicio de un mejor y más rápido diagnóstico a los pacientes; la del universitario ejemplar impulsor de su ciencia y de su transmisión a través de sus numerosos discípulos, profesores y alumnos, a lo que estimuló al servicio de una universidad y una sociedad mejor; la del intelectual abierto a toda curiosidad cultural capaz de ayudarle a explicar el mundo y, por último, la del hombre sabio, independiente y libre frente al modelo gregario y clónico que la publicidad y lo políticamente correcto nos muestra cada día.

En esta hora de España consuela saber que en nuestra tierra han existido, hombres como José Gómez Sánchez que, asentados en nuestra mejor tradición, han contribuido a hacer mejor y más digno nuestro presente y han sembrado e impulsado en sus semejantes el deseo y la voluntad de trabajar por construir, desde la libertad, la mejor España del futuro.

En nombre de sus discípulos.

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