El mundo de ayer
Rafael Castaño
Una línea en la pared
ME digo: de qué te extrañas, ni que fueras nueva en esto. Lo de los periódicos siempre fue un negocio de tonto el último, y ahora que agoniza, no va a ser mejor. Ya, pero una cosa es eso, y otra que ver las portadas cada noche sea un ejercicio de descojone. Cada uno es quién es, ¿no lo sabes? Y cada uno va al quiosco, si va, sabiendo lo que compra. Y, bueno, si lo piensas, ¿qué mejor reflejo de la realidad española que un torero viejo y embotado, medio en bolas, enseñando viejas cicatrices? Tú sabes que el ser humano es lamentable. Incluso en los momentos de gloria, incluso ante cualquier injusticia palpable al uso, enseguida acuden corriendo las miserias de todo pelaje, las de víctimas y villanos, mordiéndoles los pies a las buenas intenciones. Eso lo sabemos nosotros, lo saben los jueces, los policías. Así que tranquila, Wallander, que no es para tanto. Escribe La azotea. Y sé graciosa.
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