EN TRÁNSITO

Eduardo Jordá

Inopia

31 de octubre 2012 - 01:00

EL otro día se me ocurrió una especie de tuit para definir lo que nos ha pasado en España en estos últimos años: "Nos creíamos que esto era Jauja, cuando en realidad estábamos en Babia, así que ahora hemos acabado en la Inopia". Escribo Inopia con mayúscula, como si fuera el nombre de un país quimérico, porque la palabra tiene un doble sentido que define muy bien la situación en que nos encontramos. Y es que estar en la inopia significa estar distraído y no enterarse de nada, pero al mismo tiempo el origen latino de la palabra "inopia" significa pobreza, o peor aún, miseria. Y ésta es la clase de miseria económica y social que vivimos: una miseria desorientada e ignorante, o dicho de otro modo, una miseria en la que apenas hay reflexión ni diálogo, ni voluntad de análisis, ni aprendizaje a partir de las enseñanzas de la Historia, ni siquiera una mínima voluntad de acuerdo con los adversarios políticos. En otras palabras, una miseria con mínimos educativos, una miseria histeria y demagógica, una miseria devorada por la falta absoluta de ideas y por una inexorable degradación moral. Es decir, una miseria de ciudadanos que han renunciado a ser ciudadanos y de políticos que nunca han querido ser de verdad políticos.

Y todo esto es muy preocupante, porque está claro que ni la derecha ni la izquierda saben lo que nos está pasando ni parecen saber muy bien cómo superarlo. La derecha impone políticas asfixiantes de austeridad, pero a tontas y a locas y sin un plan establecido sobre los límites a los que debería llegar la austeridad. Y las alternativas de la izquierda no son menos superficiales. La izquierda más o menos antisistema habla de volver a la economía del trueque, de destruir el capitalismo o de encarcelar a los banqueros (aunque muchos deberían haber sido sometidos a una investigación judicial), y la izquierda socialdemócrata sólo se opone a los recortes, pero por desgracia ninguna de estas propuestas nos enseña cómo crear empleo, o cómo seguir financiando el déficit gigantesco que tienen el Estado y las comunidades autónomas: una financiación, por cierto, de la que depende que se pueda pagar a los empleados públicos.

Y así estamos, sin que todavía se haya oído a izquierda y derecha la propuesta de un gran pacto de Estado entre todas las fuerzas políticas y sindicales, sobre la base de garantizar unos mínimos infranqueables en materia de educación, sanidad y pensiones. Esa medida sí que sería factible, y además contaría con el apoyo de más del 80% de la población, pero la clase política -con su casta correspondiente de intelectuales orgánicos- no la aceptará jamás. Y es natural: prefieren mantenernos en la Inopia, para que ellos sigan disfrutando de su vida confortable en Jauja.

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