Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Yo te digo mi verdad

Homo Sépticus

Sorprende que, entre el gentío, ni una sola persona ha sido denunciada por arrojar desperdicios al suelo

Hay que admitirlo: el Ayuntamiento tenía razón y el gasto cero en iluminación extraordinaria no ha impedido que Cádiz se vea inundada de gente en este Carnaval, decenas de miles que, como estaba previsto, han ignorado en su mayoría el llamamiento oficial y bienintencionado para que la fiesta no se convirtiera en un botellón. Hoy en día, toda fiesta popular es un botellón finalmente. Por esa regla de urbanidad que dice que si uno tira un papel al suelo es un guarro, pero si son mil los que lo hacen eso es un festejo, habrá que concluir que 82 toneladas de basura recogidas tras un sábado son una bendición para la ciudad. Ello se deduce del sorprendente hecho de que, entre el gentío, ni una sola persona ha sido denunciada por arrojar desperdicios al suelo pública y notoriamente.

Hay muchos ejemplos de que muchas veces los humanos imitamos a los herbívoros de los documentales y hallamos protección en el rebaño. Hace ya décadas, vivía en los aledaños del estadio entonces llamado Ramón de Carranza; era un día de partido grande y no había forma de aparcar el coche, hasta que me resigné a dejarlo, como otros cientos, sobre un arcén de la avenida. A la mañana siguiente el vehículo había desaparecido, trasladado por la grúa municipal. Deduje que los guardias, que habían observado durante todo el partido cómo los usuarios dejaban su utilitario donde les parecía incumpliendo las normas, perdonando a los miles de futboleros, decidieron que una vez acabado el encuentro había que ir a la caza de los menos que residíamos por allí, como la leona que aprovecha el descuido del antílope más confiado.

Lo mismo pasa si te bañas en una fuente pública o si cortas el tráfico, que son faltas sólo si las cometes en solitario y no en una celebración multitudinaria del ascenso del Cádiz, por ejemplo. Que los festejos se conviertan en el paso de una gran plaga de ensuciadores sólo se debería comprender si admitimos que la raza humana es séptica por naturaleza, y muchos de sus ejemplares, incapaces de guardarse un papel en el bolsillo unos metros hasta llegar a la papelera.

Por otra parte, abundan cada vez más los extraños especímenes portadores de botellas en bolsas de plástico, capaces de soportar su peso cuando están llenas y de repente perezosos cuando, vacías, son más livianas. A veces parecería que desde Atapuerca hasta ahora todo es decadencia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios