EL escrache o linchamiento moral sufrido por Isabel Díaz Ayuso en la Complutense ha dejado en evidencia dos cosas, que Móstoles sigue dando a España hijos con redaños y que el nivel de retórica de la Universidad pública española está por los suelos.

Nadie puede negar el valor de Elisa Lozano, la joven empollona que aprovechó el honor de representar a sus compañeros en un acto académico para humillar a la presidenta de Madrid. A los hijos de Móstoles, como es Elisa, el valor se les supone desde que aquel legendario alcalde de la localidad madrileña le declaró la guerra a Napoleón, cuando el honor de la patria había sido arrastrado por el rey felón y una élite intelectual colaboracionista. Aunque es ridículo pretender tener más genitales que el toro -como le dijo Belmonte a Espartaco Padre-, su pecado es disculpable. Todos hemos sido jóvenes y sentido hervir nuestra sangre a la llamada del clarín. Además, a esas edades es fácil caer en las redes de manipulación del Sindicato de Estudiantes, una organización guadiana de extrema izquierda que aparece siempre que hace falta jugar a la revolución.

Lo que no es perdonable, como decíamos al principio, es el bajísimo nivel retórico que ha demostrado la Universidad pública. Elisa Lozano es el mejor expediente de toda una Facultad de Ciencias de la Información -que es donde se forman los futuros comunicadores-, pero su intervención fue un revoltijo nervioso de consignas partidistas y recursos poéticos a la altura de "pues agárrame el pe..." o "por el cu... te la hinco". Hubiese sido bonito escuchar un verdadero discurso crítico con la presidenta madrileña. Bien estructurado, sereno, con citas de clásicos y datos. Pero parece que el nivel de nuestra educación superior no da para más. Ahora se comprenden ciertas cosas que pasan en el Congreso. La decadencia de la política en España está estrechamente vinculada a la decadencia de su enseñanza superior. A la Complutense nos remitimos.La extensión de la educación universitaria a amplias capas de la población ha sido una gran conquista de la sociedad española. Pero es evidente que se ha sacrificado lo cualitativo a lo cuantitativo. No hablamos de la calidad científica de la enseñanza, sino sobre todo de la relajación, cuando no la desaparición, de eso que podríamos llamar el "estilo universitario". La degradación de la retórica es uno de los síntomas. Para que no nos quepa la menor duda, la Complutense se ha empeñado en mostrarnos este mitin valentón, mamarracho y desolador. Que san Castelar les perdone.

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