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hoja de ruta

Ignacio Martínez

Debacle en la izquierda

QUEDAN dos semanas para las elecciones. Y mucho ruido. Ayer, sin ir más lejos, Griñán acusó a Arenas de querer aniquilar a sus adversarios con odio y rencor. Y Arenas dijo que ni Griñán conoce Andalucía, ni los andaluces lo conocen a él. Con dirigentes así, el sistema democrático no necesita enemigos. La primera prioridad es meterse con sus contrincantes. Creen que es la mejor manera de movilizar a los suyos.

La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas pronostica un vuelco electoral en toda España, más en las autonómicas que en los grandes municipios. En Sevilla, el PSOE sólo pierde uno o dos concejales, que gana el PP, mientras IU se mantiene. El matiz es importante: si la diferencia con el reparto actual es de uno, seguirá el gobierno de socialistas e izquierdistas. Si el baile es de dos, habrá cambio. No es lo que se percibe en la calle, donde hasta los simpatizantes socialistas están con la moral por los suelos. Lo dice la propia encuesta del CIS: a la pregunta de quién quiere que gane, el PSOE vence al PP por 32 a 30. En la respuesta sobre quién cree que ganará, los populares arrasan por 43 a 25.

Este ánimo decaído también se refleja en Málaga, en donde ayer el presidente de la Junta y la ministra Chacón reunieron en el salón de un hotel a unos escasos cuatrocientos cuadros del PSOE. Hace años estos actos convocaban a muchos miles de seguidores en polideportivos abarrotados. La sede de la agrupación Centro de Málaga, la más numerosa de Andalucía, no tiene en su fachada ningún símbolo, cartel, reclamo, bandera, ni distintivo alguno. Brazos caídos. Un viejo militante socialista andaluz llamó estos días a los quinientos simpatizantes censados en su agrupación para saber si ayudarían en la campaña. Sólo once dijeron que sí.

La debacle socialista no es única. IU no se beneficia. No sube en ninguna capital andaluza y se hunde en Córdoba. Mejor suerte corre en las autonómicas, con subidas en Extremadura, Madrid, Aragón, Baleares y Castilla y León, pero baja en Valencia y Asturias. La desmovilización de la izquierda es enorme. Griñán haría bien en olvidar los rencores de sus adversarios y animar a su afición con el discurso de un líder. Menos Freud y más Obama.

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