OPINABA Pilar Cernuda durante éste mes, que los españoles habíamos acabado "haciendo lo que hacen ellos". Se refería a los norteamericanos y me vino a la memoria la antigua película de "Bienvenido Mr. Marshall". Puede que en algunos aspectos sean ciudadanos paradigmáticos, pero no en todo: el matar a tiros a un perro por peligroso que sea, es una forma defensiva un tanto detestable, como lo es el lanceamiento con que en algunos festejos pueblerinos acaban con la vida del animal protagonista. Se merecerían los tradicionales de estas añejas costumbres que alguien entre ellos levantase la voz y pronunciara el "Canto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías", por llevar la contraria.

Si que, entre los espectadores de este reportaje televisivo advertí un rostro varonil que lloraba. La sensibilidad masculina, en el sentido peyorativo, ha variado mucho a través de la historia hasta nuestros días. Qué fuerte nos parecen las palabras que al pobre Boabdil le espetó su madre, por la pérdida de Granada, o aquella de estos tiempos que repiten los padres ante los hijos llorones: "Tú - le dicen a la niña - a callar"; y al varón le recuerdan aquello de que los hombres no lloran. Pero la ternura y su expresión es patrimonio de los dos géneros y del indefinido. O sea, que manifestarse, condenar las malas actuaciones - a la vista las tenemos - es cosa de todos.