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¿Bloques? Uno, sí; otro, menos

La presencia de Pablo Iglesias en las elecciones de Madrid tendrá sorprendentes consecuencias

Dicen que las elecciones de Madrid van a solidificar la política de bloques, pero no. No todo es lo que parece. En los partidos de izquierdas, sí. Ya, aunque sus discursos oficiales atacan sin descanso al rival de la otra orilla, el fuego amigo se ha disparado a toda discreción. En los dos sentidos de "discreción": a mansalva y con disimulo.

Obsérvese a Pedro Sánchez "agradeciéndole" [las comillas son mías, pero la mala uva suya] a Pablo Iglesias su gestión de las residencias de ancianos. Véase el vídeo de Mónica García (de Más Madrid) renunciando a unirse con Iglesias sin una sílaba que no vaya envenenada. Teresa Rodríguez no usa veneno, sino bazuca. Y atiéndase, sobre todo, a Iglesias cuando dice que habrá una mayoría de izquierdas porque los votantes de Cs y hasta del PP votarán a Gabilondo. Ese puñal está afilado por los dos bordes: 1) dice a los votantes de izquierda que el PSOE es una cosa tibia para peperos y 2) confirma a los votantes socialistas moderados que él da por descontado que cualquier voto a Gabilondo va a terminar en la buchaca de Podemos. Que es la mejor manera de espantarlos.

Hacia el PP los espanta, nada menos. ¿Y no sé da cuenta? Claro, pero sólo le importan dos cosas. No quedar aplastado por su propio bloque y asegurarse de que necesite de Vox para la mayoría absoluta, y poder montarnos así su película antifascista. En esta línea, su presencia es doblemente operativa; y lo cambia todo.

Por un lado, espanta hacia el PP al votante moderado de centro izquierda e invita, por tanto, a Ayuso a hacer un discurso mullido para recibirlos con los brazos abiertos, de modo que el PP terminará cediendo terreno conservador a Vox. En segundo lugar, la presencia de Iglesias favorecerá que Ayuso no tenga que atacar a Vox y que luego pacte sin que nadie se rasgue las vestiduras. Iglesias, por tanto, 1) dinamita su propio bloque; y favorece al contrario permitiendo 2) que crezca y 3) que no se enfrente.

Que crezca también Vox, ¿cómo? Ante el apabullante auge de Ayuso, Vox tiene dos cartas, una por cada manga. Podrá hacer con tranquilidad el discurso de los valores conservadores y, a la vez, culminar la envolvente de hablar a los antiguos y abandonados votantes de izquierda de sus problemas reales, mientras los candidatos de izquierdas se enzarzan en su juego de tronos. El bloque de derechas tiene (en sus dos partidos) mucha más permeabilidad. Será la clave.

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