La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Adiós a Susana

La causa principal de su caída es que ella perdió la Junta tras 37 años de hegemonía y Sánchez ganó el Gobierno

A Susana Díaz le ha perdido la conjunción de dos factores interrelacionados: una ambición enorme y legítima que no supo gestionar y la ceguera involuntaria que provoca sin remedio cualquier corte de aduladores y usufructuarios del poder.

La ambición que una vez le hizo soñar con ser la gran esperanza -de Triana- del socialismo constitucionalista español y verse ya casi en Moncloa la malgastó a plazos. Maniobró impulsando a Pedro Sánchez para cerrarle el paso a Madina, maniobró haciendo caer a Sánchez cuando éste dejó de calentarle la silla y voló por su cuenta, y maniobró tras perder las primarias que creía un paseo militar para ella y fueron un estrepitoso fracaso (¡una hostia!, como confesó la noche de autos). Aún quiso maniobrar con las listas electorales de 2019, como si el PSOE pudiera declararse territorio exento del sanchismo.

Con todo, la causa de fondo de la caída de Susana Díaz ha sido otra: que ella fue la primera socialista que perdió la Junta de Andalucía en treinta y siete años de autonomía y que Pedro Sánchez fue el socialista que arrebató el Gobierno al PP mediante una moción de censura y dos elecciones generales. En precario, sí, pero él se hizo con la presidencia del Gobierno y ella perdió la de la Junta para una larga temporada. Dos carreras absolutamente opuestas. Pedro alcanzó la cumbre tras una larga y tortuosa travesía del desierto dentro y fuera del PSOE, y aupado por los militantes, y Susana ha ido dilapidando siete años y medio de poder hasta perderlo todo. Sólo le queda abandonar la secretaría general, materialmente incompatible con el nuevo liderazgo de Juan Espadas, y un escaño condenado al rincón de la bancada del Grupo Socialista en el Parlamento.

No dejo de subrayar la toxicidad de los pelotas y la influencia de los corifeos interesados (al fin y al cabo, le deben todo lo que son a quien adulan) en la defenestración de Susana Díaz. Exageraron sus evidentes y numerosas virtudes políticas y taparon sus carencias, la ensalzaron como una diosa y le ocultaron que era mortal. Por su culpa -y también por la vanidad, tan humana- no percibió el malestar de los andaluces con su gestión y los cambios de opinión de las bases socialistas. Hasta perdió por trece puntos en la antes lealísima y sumisa provincia de Sevilla. Su cuna. Se pasaron al bando ganador.

Una auténtica líder que se equivocó mucho en los últimos años y que se echó un enemigo implacable, despiadado y poderoso. No en el PP, ni en Cs ni en Vox: en su casa.

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