Acuerdos rotos

Pensábamos que la España de los nuestros y los vuestros había desaparecido. Nos hizo en el pasado muy desgraciados

Las leyes no escritas, o sea, los acuerdos de caballeros, eran irrompibles. No en la Edad Media, en 1978. El alcalde de Cádiz, con el silencioso Martín Vila, que habla así, los ha roto en Cádiz, que es en donde puede. Ayer el portavoz del PP, Juan José Ortiz, le ha puesto letra a la canción: cuando volvamos a gobernar, volveremos a llamar Carranza al Carranza. Quiero pensar que Juan Carlos I a la Avenida Juan Carlos I y José María Pemán al Teatro del Parque, al Teatro Pemán. Y así. Es lo que tiene usar una mayoría no cualificada para imponer su criterio a la minoría. Cuando la minoría sube a mayoría, se vuelve a empezar. En España no es nuevo esto, le llamaban la España de la tortilla a este disparate de los desacuerdos. Ya le darían la vuelta, entonces se volvería a cambiar. Pensábamos que la España de los nuestros y los vuestros había desaparecido. Nos hizo en el pasado muy desgraciados. Pero la han traído de nuevo. Las mayorías simples para algunas cosas, pero para otras no bastaba, eran necesarias las tres cuartas partes. O sea, se buscaba el acuerdo más amplio posible para hacer algo que afectaría especialmente a muchos. Con la idea de no entrar en la noria de la vuelta de la tortilla, del cuando lleguen los nuestros os vais a enterar. Con la idea de durar, de construir acuerdos de muchos. Qué va, Kichi pasa, tiene un proyecto totalizador, de imponer sus ideas al precio que sea, al precio de que Ortiz, si algún día es alcalde o puede hacerlo, retrotraiga todo al punto en que se jodió el Perú.

El alcalde de Cádiz, que no va a volver a serlo de creer en que lo que dijo que haría lo hará, sacude el nogal gaditano para que algunos recojan estas nueces amargas de los desacuerdos. Bien mirado es un disparate todo. Meterse con el bueno de don José María Pemán, arrebatarle al estadio el nombre que prefieren los cadistas, y otras por el estilo, ha sido trazar una raya insuperable, de aquí para allá los buenos, en la otra parte la basura de la historia, lo que hay que borrar de la enciclopedia soviética.

Muy interesante, lo de Juan José Ortiz. Si es alcalde, primer Pleno, devolución de los nombres extirpados de sus sitios tradicionales. Una mayoría simple por otra mayoría simple. En ese pleno, si se da, alguien volverá a comprometerse al borrado. Y así hasta el infinito. Hasta que, algún día, lleguen personas sensatas que actúen con el amplio criterio de las verdaderas mayorías, no esta cosa de enfrentar y dividir.

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