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Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Esta vez es lo mismo

En esta ocasión, con Silicon Valley Bank, ha sido diferente, sí. No ha sido un problema de riesgo de crédito, sino de riesgo de tipos de interés. Este banco tenía su activo repletito de bonos del gobierno americano, seguros, pero los que, ante las rápidas subidas de tipos de interés, y ante la necesidad de realizarlos, presentaban pérdidas sustanciales. La laxa normativa aplicable a los bancos medianos americanos les permite mantenerlos en balance a precios de adquisición, no de mercado. ¡Ole!

Únase a lo anterior que en este banco la inmensa mayoría de sus depósitos, por sus importes mayores a 250.000 dólares, no están cubiertos por la garantía pública, y por tanto, sus depositantes son perfectos candidatos para que provocar una corrida bancaria. A finales de 2022, Silicon Valley Bank tenía 151.600 millones de dólares en depósitos no asegurados frente a unos 20.000 millones asegurados.

¿Dónde estaba el supervisor?, por mucho que la normativa les permitiera dar la apariencia de no presentar problemas, ¿no era consciente de este riesgo propio de la renta fija? Esto lo sabe cualquiera de Primero de finanzas. Y ¿no sabía que su base de clientes es la que ante el mínimo rumor sale pitando? Esto lo sabe cualquiera de Primero de sentido común. Tanta incompetencia no parece inocente. Además, no era ningún secreto: el año pasado, JPMorgan enseñó cálculos impactantes a sus clientes sobre SVB que mostraban que estas las pérdidas al ir realizándose podrían acabar con el capital.

Pero no se hizo nada, hasta que estalló. Biden salió al rescate. De nuevo, otro "haremos lo que sea necesario". Ahora, todos los depositantes, sea cuál sea su importe, están garantizados. La Reserva Federal, por su parte, va a prestar a los bancos que necesitan liquidez contra el valor nominal de los bonos, aunque su valor de mercado sea mucho menor. Es cierto que esta vez los accionistas y bonistas no están siendo rescatados y que, dicen, las pérdidas correrán a cargo de la industria bancaria, pero se han subido nuevos peldaños en los privilegios otorgados al sector.

Por eso, siendo diferente, es lo mismo. La actividad bancaria es intrínsecamente un negocio de altísimo riesgo: activos con numerosos riesgos y líquidos sólo a largo plazo, frente a un pasivo en gran parte de disponibilidad inmediata o a corto plazo. Y necesitan, por tanto, una estructura financiera adecuada: necesitan muchísimo más capital propio, no el mísero que se les exige, y de una supervisión exquisita. Décadas de permisividad, con gobiernos cediendo ante las peticiones de regulaciones laxas a cambio de fomentar el crecimiento económico. El resultado es que son siervos de la banca, por su importancia para la economía y porque manejan algo tan delicado como los ahorros del público.

Lo de Credit Suisse es otra historia, viene de lejos. No hay espacio aquí para contar todos los escándalos -espionajes, sobornos, corrupción, blanqueo de capitales o agujeros contables- en los que ha estado involucrado. Es uno de los 15 bancos europeos considerados de importancia sistémica. El final, el de siempre: ayer el banco central suizo anunció que va a prestarle 50.700 millones de euros. ¡Ole!

Con el sector financiero en la cuerda floja, tocaba ayer reunión del BCE. Lo prometido era subir 0,5 puntos los tipos de interés para seguir combatiendo una inflación que ya se ha vuelto correosa. Así lo hizo, lo que eleva la tasa de depósito al 3%, mientras que la de refinanciación y la marginal de crédito quedan en 3,5% y 3,75%, respectivamente, aunque eliminó del comunicado su intención de realizar nuevos incrementos en las tasas de interés. También se recordó la capacidad del BCE para inyectar liquidez a la banca si fuera necesario. Iremos viendo.

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