Manolo Morillo
La bandera como coartada
Este mes de julio el levante se está portando bien. Ni siquiera hizo su acostumbrada visita a la Feria, tal vez sabedor de que en el Parque no da tanto combate como en la Magdalena. En la última semana sopló dos días con fuerza, apenas nada comparado con el azote de otros veranos, pero fueron suficientes para desnudar una vez más nuestro lado más vergonzoso: el aspecto guarro de La Isla.
Tiene nuestro viento más castizo la 'virtud' de ir recogiendo la basura que diariamente tiramos al suelo por toneladas para recogerla y amontonarla en rincones y recovecos formados por bordillos y alcorques. Esos montones son como muestras demoscópicas de nuestras costumbres cívicas. A las inevitables hojas desprendidas de los árboles se añaden un sinfín perfectamente reconocible de plásticos, papeles, envases de los que los isleños nos vamos desprendiendo en nuestro caminar diario, como una muy idiosincrática manera de regar el pavimento por donde caminamos.
Precisamente durante los días de Feria, los alrededores del lugar en el que se habilitó un terreno para ubicar las atracciones, aparecían cada mañana 'adornados' con restos de variados envases de comida rápida que los gentiles visitantes se encargaban de abandonar cada noche y que permanecieron sin recoger mientras duró el festejo.
En estas condiciones, la ardua tarea del muchas veces ejemplar servicio de limpieza urbana de San Fernando no alcanza. También hay que decir que se prioriza el centro a la periferia, lo que alguien diría que es lógico, afirmación que no puedo compartir. Parece inconcebible que la gente pueda considerar algo cotidiano andar pisando basura, pero en este pueblo se ha interiorizado ese senderismo de obstáculos como una actividad urbana de dificultad baja y accesible a todos.
¿Quién tiene tantos papeles encima de los que deshacerse? ¿Qué grupo de niños es capaz de consumir tanto paquetito de chuchería luego abandonado? ¿Por qué los visitantes del Hospital de San Carlos creen necesario desprenderse de la pegatina de acompañante arrojándola nada más salir para que quede perfectamente pegada en la acera? ¿Cuánta lata de bebida estimulante es necesario dejar abandonada sobre un pretil o zócalo? ¿Cuánta mente sucia hay en San Fernando?
También te puede interesar