Cuando aquellas tardes metían el cielo azul hasta mi dormitorio, en aquella casa de la calle Jorge Juan, aprovechaba siempre para leer, seis meses de reposo, las novelas que atestaban los anaqueles libreros. Había leído una novelita de Pérez Lugín, La Virgen del Rocío ya entró en Triana, donde el que la ofendía pagaba con su vida tal acción. Fue luego película. Tres se rodaron con el guion de la novela: Camino del Rocío, de Rafael Gil; La blanca paloma, de Claudio de la Torre; y Sucedió en Sevilla, de Gutiérrez Maesso, que más adelante vi. Luego, Alfonso Grosso también noveló, ya cáusticamente el Rocío, en Con Flores a María…No es nuevo pues un tema hoy candente, cuando el polvo estelar del olvido ha barrido escritores y libros. Ítem más, cuando siguen ampliando la parodia. ¿Los gilipollas son de cuerpo entero? Pero ninguno era de humor. Devoción o denuncia era la tinta que saturaba la fe en aquellas páginas.

Nunca el humor fue tan inhóspito como el catalanismo y sus soeces. Enjambres de partidos contra España, sea cuando sea y contra quien sea. Mira que sé de la existencia del humor malhumorado e hiriente, este caso, el humor riente, el humor como desahogo, el humor sombrío, el fino y el soez.

Personalmente creo y estimo que el verdadero humor de yema, como el vinagre, solo es posible cuando uno se carcajea de sí mismo. Que es el que me gusta. Este y el satírico; ejemplo de humor satírico es la novela picaresca. Una delicia en sí misma. El humor blanco o limpio sin maldad ni doblez, también me place, al igual que el absurdo. No me gusta el humor negro, ni el crudo, ni el sarcástico, porque se usan insultos o vejaciones contra otras personas o creencias, siendo solo "cómodo" para una parte de la audiencia, que suele ir de epatante y trasonista, y lo celebra y lo jalea.

Para mi querido y admirado profesor José Antonio Hernández Guerrero el humor es una manera de distanciarse, de contemplar los sucesos desde una perspectiva más lejana. La proximidad espacial desenfoca y la cercanía temporal deslumbra, ofusca la visión. El pintor con su perspectiva, su valoración y su distancia. "El yo, los objetos míos y los nuestros, las cosas de aquí y las de ahora se nos presentan, se nos imponen como valores únicos, supremos y sagrados. Esta es la manifestación y la consecuencia de los entusiasmos localistas y de los papanatismos nacionalistas". Caso que nos ocupa.

Me gusta recordar en las novelas las consecuencias de sus personajes. Estimo que lo cómico sano debe excitar los buenos sentimientos, los nobles sentimientos, y no recrearse contra la belleza, la razón, la fe y la moral.

Recuerdo al sacerdote ciego Jorge de Burgos, el asesino de El nombre de la Rosa, de Umberto Eco, que mataba para que la risa no se convirtiera en filosofía o lo que era peor en pérfida teología.

No es humor la parodia ni siquiera una esperpéntica catalana contra la Virgen del Rocío. Es mal humor sin carnaval, para tapar otras lacras, desviar atenciones, como una piedra más contra el estanque de España.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios