Esta semana han comenzado los derribos en la barriada de José Antonio, una imagen muy esperada por muchos portuenses que sin embargo, no deja de ser la constatación de un gran fracaso, el de las políticas sociales en El Puerto.

Hay que recordar que el gravísimo deterioro de José Antonio, una barriada construida en 1957 y en la que hasta bien entrados los años 90 del siglo XX convivían en paz familias trabajadoras, vino de la mano del anterior descalabro social en los pisos de Santa Clara, construidos por la Junta para acabar con varios guetos de viviendas qu+e existían en la ciudad y que con apenas diez años de vida fueron también demolidos ante la insostenible situación de tráfico de drogas y delincuencia que se había generado en toda la zona.

Ahora, con el derribo de José Antonio y el progresivo éxodo producido en los últimos años de muchos “habitantes” conflictivos a la cercana barriada de Los Milagros, estamos reviviendo una situación similar, con la repetición de los mismos errores sin que al parecer hayamos aprendido nada.

Hay que decir, en este sentido, que el Ayuntamiento tiene en mente una actuación de gran calado en Los Milagros, de ámbito social y urbanístico, si se obtiene el respaldo de los fondos ITI de la Junta, aunque de momento los pasos que se han ido dando no han logrado frenar el deterioro que vive el barrio.

La piqueta no puede ser la solución para acabar con la inseguridad y el tráfico de drogas, porque a la vista está, el problema no desaparece, sino que se traslada.

Por desgracia, el problema social que acompaña ala infravivienda en muchas ocasiones no se limita únicamente a focos localizados como José Antonio, sino que se encuentra disperso por zonas como el Barrio Alto y el centro de la ciudad.

Hay fincas ocupadas ilegalmente que no dan problemas sociales, en la mayoría de los casos propiedades de entidades bancarias, pero hay otras muchas situaciones en las que el deterioro es sangrante, y basta citar el caso de la finca ubicada en el número 35 de la calle Larga. Suciedad, insalubridad y molestias a los vecinos son el pan nuestro de cada día a la vista de todos, sin que a nadie parezca importarle. Chabolismo vertical en pleno centro de El Puerto.

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