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Análisis

José Mª jurado

De paisano adoptivo a medalla de andalucía

Aviso a navegantes; este es un artículo de elogio a nuestro hijo adoptivo. Si no está de acuerdo con este planteamiento no siga leyendo, por favor.

La primera vez que leí a Antonio Burgos por quien pude conocer muchas circunstancias de Andalucía era yo estudiante en Granada. En pleno franquismo se nos presentaba un escritor comprometido con sus ideas y que plantaba cara, por medio de la denuncia social, al tercer mundo en que habían convertido la tierra andaluza. Comín ya había sentenciado con su Requiem por la Teoría de Andalucía la interpretación andaluza de Ortega como "ideal vegetativo y paradisíaco" cuyo adlátere Julián Marías fiel a su maestro representaba el continuismo de aquél falso ideal paradisíaco. Diversos autores (Rodríguez Becerra, Checa, de Larrea, Berlanga,etc.) se ocuparon de divulgar distintos aspectos de la realidad andaluza, una actualización que derribaba los manoseados e interesados viejos tópicos.

Aquí surge le ensayo Andalucía ¿Tercer mundo? que el catedrático Bosque Maurel recomendaba leer a los alumnos norteamericanos, a quienes ayudábamos, no recuerdo si con la ayuda de Juan Eslava, en noches de Plaza Nueva, cuando Carlos Cano cantaba en la Cadena Ser granadina. Después vinieron entre otras obras, la novela, El contrabandista de pájaros y un nuevo aldabonazo Topical Spanish y el Folklore de las Cofradías de Sevilla, que lo convierten en autor de culto para la progresía de la época.

Pero Burgos no se deja amarrar para siempre a ese banco y ejerce su derecho a evolucionar como autor. Y como persona libre que es evoluciona, simplemente porque le da la gana, lo que hay que respetar como a todo quisque y en su libérrima decisión aterriza como autor en el carnaval gaditano, carnaval que conocía y publicaba en el ABC, ahora de la mano del coro de La Salle-Viña, con enorme éxito y reconocimiento del todo Cádiz que ahora parece que no se recuerda.

Y llegó su magnífica ponencia, que todavía se recuerda, en un Congreso de Carnaval Discurso en forma de Presentación, tres pasodobles, tres cuplés y popurrí sobre el Carnaval de Cádiz, publicado en forma de libro con posterioridad, y otros artículos gaditanos. Y llegó la famosa Habanera que escribió para Carlos Cano. Y llegó el Pregón en San Antonio y tantas otras manifestaciones de amor a la tacita que merecieron su nombre para una minúscula calle de acceso al castillo de Santa Catalina, que, simbólicamente abraza a La Caleta por un lado y Fernando Quiñones por el otro. Y mereció que, con buen criterio, se le nombrara Hijo Adoptivo de Cádiz.

Articulista de primera fila y escritor de pensamiento no mediatizado, libre ya sea políticamente correcto o no y firme en sus opiniones que le llevan, en ocasiones, a la polémica y al intencionado olvido de su obra.

Pero Andalucía no se ha olvidado de él. Entre los gaditanos que han merecido la Medalla de Andalucía figuran Augusto Delkáder, Enrique Villegas, Sara Baras, el Grupo Joly editor de Diario de Cádiz, y Antonio Martín. Y que ahora, Andalucía, tarde pero también con buen criterio, reconozca a Antonio Burgos, nuestro adoptivo paisano como a uno de sus hijos distinguidos al otorgarle la Medalla de Andalucía es algo que, desde el respeto, sólo puede ser una satisfacción para buena parte del pueblo de Cádiz. Enhorabuena, Antonio

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