Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Se echa de menos al alcalde más carismático que Cádiz ha gozado los últimos tiempos, sin desmerecer a Teófila y sus fulares. Carismático, mediático y ruidoso: se echa de menos a Kichi. Sí, porque era la mar de entrañable y daba juego a la hora de escribir opinión. Los plenos, jugosos. Sus redes, ardiendo. Y una legión de seguidores y haters a partes iguales que enzarzados en divertidísimas discusiones no arreglaban absolutamente nada. Kichi gadita y viñero, Kichi cofrade. Kichi solidario. Kichi buenagenteajín, Kichi profe, Kichi, vete ya (bueno, eso no lo he dicho yo, conste). En Puertatierra y en Cadi, se siente, se palpa su ausencia, mientras ya se protesta también de que la luz navideña de este año en la avenida puede deslumbrar a más de un pájaro y a visitantes con ansiedad que buscan aparcamiento. Con Kichi no había barajas echadas para siempre, ni miseria en las calles. Ya se sabe, también, que un legado como el suyo es digno de perpetuar su nombre en el tiempo, y en Cádiz somos muy jartibles con nuestros gaditanos ilustres, de Paco Alba a Quiñones. Una ruta Kichi por el carril bici, jeje. No me paso con la ironía, de acuerdo. Perdón.

La cuestión es que Bruno García es un gobernante discreto cuya gestión, tiempo al tiempo, no se sabe si por mejor o peor, contrasta con lo que hemos vivido. Y él mismo se las ve venir, pues en su primer COAC serán un misterio las letras que le dedicarán, seguro, con la mordacidad que nos caracteriza. Servidora, al menos, está más perdida que otros años. Así que estaré atenta a ver qué tal va de correa el relevo del socorrido Kichi. Confío en que las cabezas pensantes de los autores, a rebosar de creatividad, serán capaces de dedicar coplas de diez incluso a un choco, una holoturia o un huevo sin sal.

Me puede la curiosidad y será interesante estar pendiente de la reacción de este valiente que hasta ahora mantiene el gesto y el tipo (me refiero a la templanza, no al disfraz) en la cuna del arte, en la ciudad del aplauso difícil, tacita siesa, selectiva y feroz. Y es que ha conseguido que sólo se hable de su trabajo. Y como en mi casa, una de las películas favoritas de mis hijos es ‘Encanto’ (recomendable), me viene al pelo esa canción pegadiza acerca de uno de los personajes más enigmáticos de la familia Madrigal, tocayo de nuestro alcalde, que ve visiones, unas malas y otras no tanto. Un personaje del que nadie quiere saber nada porque sabe más de lo que debe, y como un fantasma convive con todos, y su don es ir por delante, y eso asusta. Su ostracismo termina de forma triunfal, y ya estoy dando ideas con música. No se habla de Bruno, no, no, no. Y a lo mejor es esa la clave, o el don, para reconstruir una casa o reflotar una ciudad. Quién sabe.

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