El hábito sobre la cama

Cada día de hoy, cada Domingo de Ramos se trata de la infancia, de la patria verdecida

Hay dos espuertas llenas de roscos recién sacados del horno de la calle Requetés de España este domingo de sol, huele a clavo la panadería de Ruiz; el hábito está planchado ya sobre la cama, Domingo de Ramos. Venimos de la última semana del año si el año empieza hoy, precisamente hoy, este domingo con sol, Dio sea alabado. José Manuel sale mañana en los Estudiantes como muchos años después vendrá Alejandro con su túnica blanca y el capirote rojo, mi hermano lo ha apuntado y ya recogieron la túnica. Nosotros somos de los martes, los tres mayores, de la Caridad, porque Pepe el del horno es de la Junta y nos ha apuntado. Llevamos la túnica negra y una ilusión dentro enorme. Todo esto es mucho antes de que oyera el inolvidable pregón de Semana Santa del inolvidable José González Barba en el Teatro de las Cortes, así es como te quiero, Jesús mío, con el dogal de hombre en la garganta. Dijo estos versos de Julio Mariscal entonces, oíd. Rafael fue el único hermano que se hizo del Silencio. Nosotros pasamos de Caridad a Soledad porque Rafalito el de Vicente hizo lo necesario, entonces había niños que salían todos los días. El almacén estaba en el callejón de la Iglesia Mayor y mi madre decía que la Soledad, tan blanca y tan bonita, era la Virgen cañaílla a la que más le había llovido en la historia, en la Presidencia iba el hijo del General Varela de uniforme y la Virgen llevaba las dos Laureadas que le dieron por su valor en la guerra de Marruecos. La Marquesa viuda y su hija, una niña muy guapa y simpática, veían la procesión en la carrera oficial, don José Enrique era de la Soledad, como sabía toda la Isla. Rafalito contaba los detalles, entonces la gente era de su cofradía. Como José Macías Martín y su hermano Juan. 75 años después de la vez primera el que lo ha sido todo en Afligidos volverá a salir, ya tiene también la túnica planchada, impoluta, sobre una cama de su casa. Es como si una gracia especial lo hubiera alcanzado. Tantos años sin fallar ni uno a la cita de los lunes. Como hermano de cirio, como hermano mayor, como lo que se dispusiera. Su nombre está escrito con tinta indeleble en la Historia de la Semana Santa de San Fernando. Pero queda el lunes de Ecce-Homo y la bellísima Virgen de la Salud, queda lo que siempre estará de Alfonso Berraquero, llorado amigo. Y vendrá el miércoles con la impresionante Vera-Cruz y el jueves de mi Misericordia y Piedad… Estoy diciendo que mi madre nos ve partir, bajar la escalera de casa con la túnica y esa visión a través de los ojos del capirote llena de luz mi vida, cada día de hoy, cada Domingo de Ramos, se trata de la infancia, la patria verdecida.

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