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Esa era la referencia que encontró el historiador griego Epaminondas sobre un jugador que tuvo el Cádiz. Tenía dudas sobre la palabra "emprestar". La escuchaba a veces y cuando la usaba aparecía alguien corrigiéndole con "prestar". Su amigo Boris se lo aclaró: "emprestar es una palabra que recoge el diccionario de la Real Academia y es sinónimo de prestar, puedes usarla". Por eso en su libro "La historia inventada del Cádiz", Epaminondas incluyó al Emprestao.

El Emprestao llegó al Cádiz sabiendo que iba a ser cedido (prestado) a otro club. En pretemporada se marchó a un equipo gallego. Al cabo de una semana regresó. "Llueve mucho, el clima no me va bien". Como no había comenzado la liga, le prestaron a un equipo en Sevilla. Poco después volvió. "Demasiado calor. No puedo desarrollar mi juego".

En el mercado de invierno le enviaron a un equipo canario. Estuvo de vuelta antes que las otras veces. "Es una isla y yo no sé nadar. Me da miedo". Como estaba en plazo, se fue prestado a un equipo de Ceuta. Una semana después estaba en Cádiz. "No es mi estilo de juego".

Para que se fuera adaptando de cara a la siguiente temporada, el Cádiz le prestó a un equipo catalán. "Allí te vas a quedar también la temporada que viene. No vuelvas", le dijeron desde el club. A los pocos meses regresó. No se adaptaba.

Sin haber terminado la liga ya había sido prestado a cinco equipos. La afición se lo tomaba a broma y hacía apuestas sobre cuándo iba a durar la próxima vez. Le apodaron el Emprestao.

Al final se le prestó a un equipo extranjero con el compromiso de que si no se quedaba, ese equipo debía buscarle otro donde pudiera ir prestado.

Así acabó su contrato de dos años con el Cádiz. Quizás esté jugando todavía… de emprestao.

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