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Después de 53 años orbitando alrededor de la Tierra, siendo incapaz de cumplir la misión para la que fue construida, la sonda espacial soviética Cosmos 482 cayó el sábado a las aguas del océano Índico. El aparato despegaba del Planeta Azul en busca de su gemelo abrasador en un año que resultaría ser el más largo de la Historia (se agregaron dos segundos bisiestos durante aquel año de 366 días). Un año en el que ya se pensaba, en vistas de este viaje de exploración a Venus, en la vida finita del globo. De su órbita terrestre baja no salió Cosmos 482 que, de tener consciencia, habrá observado durante más de medio siglo nuestro irremediable e inexplicable empeño de caminar decididos hacia la extinción. Nuestra obcecación por un Plan B sin haber trabajado en serio el Plan A. Nuestro desprecio absoluto por esta bola que hemos creído nuestra. El hombre, siempre mirando al cielo, como si acaso pudiera escapar de acabar bajo tierra.
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