Los bailes del ciento

El Alambique

Seguramente, a cientos de personas ni les sonara el Baile del Ciento, otros, si sabrán lo que es, pero el nombre, con el numero cien, parece mágico, y deja clara muchas cosas.

El baile del ciento no es porque vayan cien personas, ni mucho menos, pero, las manifas del ciento… Bueno, tampoco lo son porque vayan tan solo cien personas. La realidad es que la comodidad de la protesta de teclado es clara, y tampoco porque se inunden las redes, sino porque una sola persona, desde la comodidad de su salón, y con un objetivo y determinación legítimamente claros, puede colapsar un post con sus comentarios. El ruido que puede montar una sola persona, y sus diez perfiles falsos, unido a sus diez amigos, con otros diez perfiles falsos, es brutal, mayor que el del Puro Latino. Otra cosa distinta es la realidad.

La realidad es que la ciudad tiene deficiencias, y no voy a decir como todas. Hay cosas que gustan a unos y otras que no, eventos que a unos emociona, y otros que crean el mucha animadversión a otras. Vivimos en una ciudad de 90.000 personas, y es imposible que todas y cada una de ellas estén satisfechas a un cien por cien. También es normal, pues ya estamos acostumbrados, a la lucha callejera, y no me refiero a una Kale Borroca, más bien es una Esquina Barroca, pues, los políticos han pasado del discurso que nadie escucha a llevar su protesta a la calle, y el Facebook es su esquinita más barroca. El resultado es evidente, pues leyendo los post de los últimos meses, solamente, el malestar, la decadencia, la ruina, la desesperación, la continua denuncia a quien ahora gobierna, su dejadez puesta de manifiesto día a día, la critica constante, el insulto, el menosprecio, la angustia, la llamada a auxilio, y sobre todo, el continuo machaqueo de hacer ver que vivimos en una ciudad de mierda, gobernada por unos mierdas insensibles, ignorantes y corruptos, a los que nadie quiere, apoya, ni respeta… una ciudad al borde del colapso vecinal, a punto de organizar una revuelta al mas puro estilo de Spartacus, y todo ello, ha quedado reflejado en la última manifestación celebrada.

Da igual que fueran cien, doscientos, quinientos… o mil, la realidad es que no fue una ciudad lanzada a la calle, como aquella de “Frontela no se cierra”, creo que la última salida en masa de esta ciudad, y ya ha llovido. La realidad es que, ahora sabemos que son las “Manifas del Ciento”, hacer ruido en las redes, crear alarma social, buscar la inestabilidad política para alcanzar el poder, tratar de hundir al adversario, todo, todo ya forman parte del juego, y es legal, licito y hasta normal. Sentirse mal por perder la paz del invierno, también es normal, y licito. Pero, el resultado real de todo ello es que hemos llegado a un punto donde la imagen es que unos venden la ciudad al borracho de turno y otros la venden, como meretriz por rastrojo, a los medios. No se yo quién hunde mas al Puerto de Santa Maria. A ver quién gana.

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