Es tan cierto decir, que hasta que el manto de “castillos y leones” de nuestra Virgen de los Milagros no vuelve de nuevo a la Basílica, aquí en El Puerto es verano.

Es tan cierto decir, que el último juego con cubos y sal de los pequeños de la ciudad, no se realiza en la orilla de ninguna playa, se realiza sobre el adoquinado de calle Palacios.

Aquí en El Puerto, nuestros hijos regresan al colegio, con “manos de sal” después de haber realizado la alfombra para el paso de nuestra Patrona.

Nada de esto ocurrió días atrás, eso también es cierto, pero lo que sí es cierto es que esas “manos de sal”, volverán hoy sobre los pupitres de los colegios con la misma dulzura, con la misma inocencia, con las mismas ganas con las que hubiesen realizado la alfombra a la virgen el pasado día siete.

Si hay una cosa que tengo clara, es que nuestros peques, no tienen culpa de nada y que los padres, no debemos ser transmisores del miedo que en la sociedad se mueve, pero si debemos ser transmisores de prudencia, responsabilidad y adaptación.

Quizás esto último es lo más importante, la adaptación. Tengo claro que aún teniendo la esperanza de que con el tiempo, todo vuelva a ser lo que era, tardará más de lo que creemos. Es por eso que o nos adaptamos o no vivimos.

Muchos de los profesores que hoy se presentan ante vuestros hijos, también son mamás y papás en casa, no los convirtamos en los malos del cuento, porque el cuento lo tienen otros.

Transmitamos en casa lo mismo que cuando éramos pequeños, lo bien que se lo van a pasar en el cole, lo mucho que van a aprender, la cantidad de amigos que van a conocer y hagamos que su infancia sea lo más normal posible, aunque nosotros vivamos una “normalidad” poco normal.

Leí una frase el otro día de Charles Chaplin “La vida es maravillosa si no le tienes miedo” y creo que se adapta perfectamente a los tiempos que vivimos.

Por favor, no tenerle miedo a la vida, la vida no ha cambiado, solamente debemos adaptarnos a ella si queremos seguir viviendo.

Dejemos que esas “manos de sal” dibujen soles en los pupitres y no arcoíris para las ventanas.

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