Creo que la derrota es una experiencia difícil de encarar y alguna vez, todos la experimentamos. Si no fuéramos tan ególatras la analizaríamos como sencillos procesos naturales: unas veces se triunfa y otras lo harán otros.

¿Qué hacer ante ella? Lo mejor es relativizarla. La vida no acaba al ser desbancados por el adversario. Además, aparece el tiempo libre. Saboreen estos momentos mientras otros ocupan puestos en los que- siendo sinceros- hasta se sentían imprescindibles.

¡Queda tanto por hacer! Los derrotados se acercarán a otros hombres ya que desde las alturas de los cargos no pudieron contemplar lo que pasa a ras del suelo. No hay tiempo para deprimirse ni optar por no continuar.

Dice un principio físico que las cosas estarían permanente en su sitio si no hay nada que las cambie de lugar. Un lápiz permanecería en un pupitre por años si algo o alguien no lo moviesen. La arena de la playa estaría quieta si las olas, el viento o las pisadas no la sacudieran.

Esa tendencia a la inercia se da con frecuencia en las personas que se excusan en sus derrotas pasadas para no hacer nada con su presente, ni creer en el mañana.

Recurro a Teilhard de Chardin cuando nos dice: "El mayor sacrificio que podemos hacer, la mayor victoria que podemos alcanzar sobre nosotros mismos, consiste en superar la inercia, la tendencia al menor esfuerzo".

En esta idea trata de animar a las personas a seguir activos: "No se descorazone usted. La verdad de la vida radica en una esperanza indestructible en que el sol acabará por disipar todas las nubes… a pesar de lo que pueda sentir o creer, su vida no está acabada. Podríamos decir que comienza. Decídase usted solamente a no vivir en el pasado, lo que no quiere decir que vaya a olvidarlo, sino que trate de construir hacia delante.

No se aísle. No se repliegue en el fondo de sí mismo. Entréguese. Nada está perdido".

Ya sea usted un político desbancado, o el imprescindible de alguna empresa siga. Es tiempo de mirar desde otro ángulo y de seguir aprendiendo porque vivir, siempre merece la pena.

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