Balas de plata
Montiel de Arnáiz
Anatomía de una infamia
Decepción es el "Pesar causado por un desengaño", según la RAE. Más precisa es María Moliner, que la define como "Impresión causada por algo que no resulta tan bien o tan importante como se esperaba". Pienso en Viaje al Sur de Juan Marsé. Un mes escaso de 1962 pasó el escritor entre Sevilla y Málaga, y en sus páginas atrapa instantes de vidas de poetas a quienes mucho tiempo después alcancé a conocer y que no merecen, en justicia, perdurar en el fotomatón caricaturesco de un muchacho que apunta maneras y que quiere sacar cabeza en Ruedo Ibérico, pero no es más que eso: un muchacho de paso. Pienso en el concierto que le escuché en el Falla a un Paco Ibáñez no tan viejo como desganado. Había contratado a un propio que le hacía de guitarrista y le daba pie para engordar el magro espectáculo con unas cuantas bromas insulsas a costa del propio guitarrista. Sólo le faltó pasar la gorra para exprimir el bolsillo de un público anacrónico que intentaba resucitar a Paco y resucitarse a sí mismo con consignas del 68. Termino de leer La vida contada por un sapiens a un neanderthal y me invade la misma sensación decepcionada. Arsuaga es un magnífico antropólogo y Millás un buen escritor, pero este engendro que pretende ser divulgativo apenas si divulga nada. Parece un diálogo platónico sin Platón y sin Sócrates. O una versión chapucera de El mundo de Sofía escrita en un ratillo de guasa. En una de esas reseñas piadosas escritas por algún amiguete o algún contratado del grupo mediático (pueden ser la misma persona) leo que Millás reconstruye en su relato algo así con la relación entre Don Quijote y Sancho. Será el Quijote de Avellaneda, me digo. El problema sin duda es ante todo un problema de exceso de expectativas que magnifica la decepción primera: la que nos causamos a nosotros mismos. Pasa la vida, uno se mira al espejo y podría ponerse a escribir el comienzo del Primer Manifiesto Surrealista, mano a mano con André Breton: qué fue del niño que soñaba en mí, de aquella conciencia ilusionada (ilusa) que tramaba futuros palpitantes, luminosos. Me parece que estoy de mal humor. Voy a ver si repaso la Constitución y me animo un poco.
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