Análisis

Manolo Fossati

Cuidado con la marea

Me da a mí que uno de los problemas de esos muros de piedra y barro que protegen las salinas y a nosotros mismos de los embates del mar es que la mayoría de la población los considera demasiado "de afuera", es decir de otro mundo

El Ayuntamiento en Pleno ha lanzado una declaración institucional pidiendo a todas las administraciones recuperar las vueltas de afuera de las salinas, tan deterioradas que su situación pone en peligro incluso a la población más ribereña. Esta ciudad se llama a sí misma Isla, pero en muchas ocasiones lo hace simplemente con un vacío orgullo folclorista. Porque me da a mí que uno de los problemas de esos muros de piedra y barro que protegen las salinas y a nosotros mismos de los embates del mar es que la mayoría de la población los considera demasiado "de afuera", es decir de otro mundo. Tanto que ni siquiera sabemos ya lo que son.

La mayoría tendríamos que acudir a un diccionario, como si intentáramos traducir de una lengua extranjera, para entender lo que nos diría un antiguo salinero si nos hablara de las cosas de su oficio con las palabras del mismo. No tenemos ni idea de los secretos ancestralmente sabios que se conjugan en esa labor colectiva que domestica la fuerza de las mareas y las obliga dulcemente a conducirse a través de laberintos, atajos y desvíos hasta el reposo que las convierte en un cristal imprescindible que alegra nuestra alimentación diaria.

Sólo unas pocas familias son capaces de hablar ese idioma hoy en día en este San Fernando que ya dejó de presumir de eso hace mucho, más pendientes todos de dónde abrirán el próximo supermercado, que a lo mejor se construye sobre una salina rellenada sin que nadie llore su memoria y que, con toda seguridad, no tendrá sal de La Isla en sus anaqueles, hoy llamados lineales. Vamos abandonando autóctonas vías de idioma y riqueza a cambio de importadas uniformidades.

Así que hay que aplaudir sin duda el esfuerzo institucional por defender el mar domesticado que nos gusta. Pero si a eso no le sigue una 'conciencia de isla' de verdad, si no volvemos de una vez la vista y la necesaria mezcla de temor y cariño a las aguas que nos rodean, esa reclamación podría verse arrastrada por la marea, otra vez, de la indiferencia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios