Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Aquellos hombres y mujeres intentaron servir las uvas de la generosidad antes que el vino agrio del egoísmo, poner la fraternidad por encima del odio, la justicia donde campaba la arbitrariedad, la cultura en lugar de la superstición y la burricie y, al fin, oponer la libertad frente al muro impasible de la opresión.

Eran tiempos donde lo poco era de muchos y lo mucho era de muy po-cos. En los que el chivato y el verdugo se complementaban: éste no tenía tra-bajo sin aquel. Tiempos en los que matar a los "sin dios" dejó de ser pecado para los que se tenían por buenos cristianos.

Sin embargo, ellos tuvieron el coraje y la dignidad de levantarle la voz al señorito. Por vez primera, y última por ahora, en este país.

Pero perdieron: perdieron una guerra a la que fueron empujados. Después perdieron la paz y por último fueron deliberadamente olvidados.

Ese olvido fue la manera de convertirnos todos en unos demócratas de toda la vida.

Ni siquiera van quedando cicatrices, porque hoy los sucesores directos de aquellos hombres y mujeres están sodomizados por hipotecas y préstamos -"Toma tres y devuelve diez"-, narcotizados por "La Isla de las Tentaciones" y llevan a sus hijos a colegios de curas; para que puedan alternar, dicen.

Obreros de derecha les llaman… Vuelvo a Ricardo Flores Magón: "Nada es tan desalentador como un esclavo satisfecho".

Mas qué se puede esperar cuando se celebra el Día de Andalucía con el cuidadoso olvido de Blas Infante, del que sólo falta por decir que murió de un resfriado mal curado. Y mientras se borran versos de Miguel Hernández, aquí se polemiza con Pemán, un prócer de la España franquista que sólo mostró su desacuerdo -y poco- cuando el dictador declinaba, fingiendo encarnar el liberal que siempre pretendió ser. Para algunos, como he oído y leído estos días, casi se vuelve bolchevique…

Los mismos que justifican el exaltado conservadurismo beato de A. Burgos, por un libro escrito hace 50 años. Y que eso lo convierte, dicen, en un librepensador. Bueno, casi. Tampoco hay que exagerar.

Y lo que parecen cicatrices no son mas que salpicaduras de fango…

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