Hace muchos años leí en uno de los Episodios Nacionales que la Real Isla de León debía ser una ciudad muy republicana. Don Benito Pérez Galdós, que visitó San Fernando para documentarse, a finales del siglo XIX, lo vio en los nombres de las calles. Al parecer no había nombre de prohombre republicano que no tuviera su calle en las calles de La Isla. Una vez más echo en falta que no esté entre nosotros Pepe Hurtado, que trabajó el nomenclátor de la ciudad y sabía muchísimo de esta parte importante de lo que somos; le preguntaría al respecto. Porque, de pronto, he imaginado que otro Galdós visitara la ciudad para tomar notas de la historia local y no encontrara el nombre del doctor García Cubillana en alguna calle isleña. ¿Tan difícil es que don Juan tenga una calle en la ciudad que tanto ama y por la que dio tanto de su vida y de su tiempo y de sus afanes? Es algo que no comprendo, francamente. Una calle, ahora, ya. Ha cumplido 90 años, su nombre en una calle no le va a compensar de sus muchos trabajos pero asistir con sus hijos y el número infinito de sus amigos a descorrer la cortina inaugural de su calle, no sé, le traerá lágrimas y alegrías, suplirá las ausencias dolorosas y dará una continuidad a su vida más allá de la vida.

Tengo muchos recuerdos del doctor García Cubillana, el primero el curso de Socorrismo que nos impartió en la Cruz Roja. Fue cuando lo conocí. Creedme, era un profesor serio, riguroso, muy formal. Una veintena de adolescentes y adultos de la recluta de la Cruz Roja asistíamos los sábados por la mañana a sus enseñanzas, tan útiles. Ya luego empecé a verlo trabajar en la Real Academia de San Romualdo, con desprendimiento, con generosidad máxima. Del mismo modo ha hecho todo este hombre de mérito, con desprendimiento y generosidad, con eficacia y sin cansancio. Un gran pediatra, un extraordinario aficionado taurino, amante del arte y de los artistas, alguien siempre presente, dispuesto a los movimientos asociativos locales, anfitrión estupendo, médico cercano que llegó a dirigir el Hospital Naval de San Carlos, en el empleo de coronel de la Armada. De verdad, imposible resumir los méritos del doctor García Cubillana. Por eso el nuevo Galdós no se sorprendería de los prohombres que figuren en las calles de esta ciudad del siglo XXI sino de que no esté el nombre de Juan García Cubillana en sus calles, con lo sencillo que debe ser, además de lo justo que sería.

Si yo fuera el alcalde de San Fernando llevaría este asunto mañana lunes al despacho para darle curso inmediato. No se entendería que don Juan no descorra la cortinilla del mosaico que lleve su nombre. En su pueblo.

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