Análisis

Antonio Morillo Crespo

2026. Año Nuevo

30 de diciembre 2025 - 03:04

Si yo tuviera poder, pero en cantidad y pudiera hacer realidad cuantas cosas se me ocurrieran, sería para volverme loco de alegría y de satisfacción. Pero el mundo y los seres que en él vivimos no tenemos más poder que lo que cabe en las manos o lo que ellas puedan hacer. No obstante por soñar, que soñar no cuesta nada, en todo caso imaginación, para empezar a toda anciana entrada en muchos años y que viva sola le daría compañía, si es un hombre una compañera apañada, agradable y un montón buena gente. Si es un anciano que llora su soledad hasta sin lágrimas, le daría una compañera afable, guapetona y dadivosa. Si es un chaval, que por su cortedad y mucho miramiento está solo y no consigue pareja, de sopetón, le buscaría una chavala de toma y daca, que hasta sin razón se enamorara de él. Que a los pobres de África y la India les llovieran pan y agua hasta saciarlos

Al labrador que no le nace el trigo le daría un buen pijuar. Al hortelano un naranjo temprano con mandarinas. Al lechero que las tetas de la vaca no se acaben nunca. Al porquero que todos los cerdos fueran de jamón serrano. Y a los niños pobres que pululan en las calles de la India y de Marruecos una canasta llena de bocadillos de queso y salsichón.

Al envidioso una careta nueva y que la vieja se la coman los pájaros. Al rico egoistón que los euros se le volován gorriones. Y al pobre que los bolsillos se llenen de billetes de a cien. A las rubias que se pinten también las cejas de amarillo y a las morenas les cantaría “yo me enamore de noche y la Luna me engañó”. Al Cura que ponga en práctica lo que predica y al pecador que visite a Dios sentado en un banco una hora bien callado y sin hablarle.

Al maestro que se acuerde cuando era niño y no sabía ni hacer la o con un canuto. Al estudiante que cuando estudie se tome, como yo hacía, una taza de avecrem. A ladrón, que se le vuelvan piojos los duros que ha robado. A la ladrona se le caían los rizos y se conviertan en longanizas. Al tendero que ponga en el mostrador una hucha para Cáritas. Al barbero que el cliente le cante por soleares o un buen fandango.

Al desierto del Sáhara convertirlo en un lago de agua dulce. Al chulo que le crezca la nariz dos palmos y sea el hazmerreír de la gente. A la joven que solo tiene y quiere un perro, porque le da miedo el dolor del parto, una docena de chiquillos. Al político “to pa mí, to pa mí” que no cobrara un euro y se pusiera a trabajar como un loco desde la madrugá por el salario mínimo. Al cocinero que siempre se olvida la sal, meterlo un mes en una salina de San Fernando convertido en mojarra o en lubina.

Al tonto que presume siempre de saberlo todo sin oír a los demás, a aprenderse el Quijote de memoria enterito hasta con comas. Al buen hombre que siempre dice buenos días y ayuda a todo quisque que le pide algo, meterle en el bolsillo un talonario del banco con un buen saldo.

P/D Y a ti querido lector unos pocos libros amenos que te distraigan después de leer el Diario y así evitarte el rollo macabeo de los telediarios que nos tienen locos con tanto político de pacotilla. Al que le pone los cuernos a su mujer, unos cuernos de verdad afilados y sin embolar. Al tontaina una oreja palante y otra patrás. A tu abuelo o a tu abuela tu compañía.

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