Cultura

Para la restauración de la singular obra, 'es suficiente haber querido'

  • El autor de la pieza homenajeó a Murillo con una frase en latín descubierta en su reverso

 In magnis satis est voluisse, cuya traducción viene a decir que "en lo grande es suficiente haber querido", es la frase en latín que los restauradores de La caída de Murillo del andamio han descubierto en el reverso del lienzo que Manuel Cabral (1827-1891) trabajó a conciencia.

Fue éste el particular homenaje que el prestigioso autor sevillano quiso brindar a Bartolomé Esteban Murillo y que hoy retoma todo su significado con el singular gesto que la Asociación Amigos del Museo ha emprendido con su recuperación, para los que ha sido suficiente haber querido. 

Encontrar esta locución latina oculta fue toda una sorpresa para Pilar Morillo y Álvaro Domínguez Bernal, que dejan constancia de su hallazgo no solo en la trasera del lienzo restaurado, sino también en el vinilo que bajo la obra luce en la sala Murillo del Museo Provincial de Cádiz.

La restauración emprendida en unas de sus dependencias habilitada para ello no ha sido fácil, apostillan casi al unísono los expertos. El lienzo sobre el que trabajó el pintor una vez convocado el certamen por la Academia de Bellas Artes de Cádiz se encontraba en un estado de conservación muy delicado. En abril de 2012 comenzaron los trabajos que les llevó un mes. 

Esta tela, explicó Morillo en el acto de presentación, era una mezcla entre cáñamo y algodón, y dado "el contacto muy directo con la humedad al que se ha visto sometida, se ha deteriorado".

Se toparon, por tanto, con un lienzo destensado, débil, oxidado, frágil y con gran riesgo de fractura a la mínima manipulación, así como con roturas verticales, grietas y orificios de distintos tamaños. 

La capa se encontraba mal adherida al soporte, debido tanto a las variaciones de temperatura y humedad, como al destensado de la tela y a los cambios de ubicación de la obra.

Además la película de color se encontraba cuarteada, dada la imposibilidad de soportar la tensión, y la capa de barniz amarilleó y se oscureció de forma irregular toda la pintura.

Ante semejante panorama respondieron con "templanza y mucha reflexión. Pensamos cada paso, queríamos hacerlo bien y no podíamos precipitarnos", explicó la restauradora.  

Un proceso que en primer lugar se centró en la fijación de la película pictórica, con el fin de estabilizar la preparación y la policromía. 

A posteriori restauraron la tela original con la adhesión de lino tratado y tensado en telar. Se recolocó el bastidor, una vez recuperado el suyo original y se eliminaron los barnices oxidados, reintegrándose cromática y compositivamente con técnicas acuosas y reversibles. Por último, se le confirió la protección final, terminando de levantar La caída de Murillo del andamio, para engrosar los ricos fondos del Museo de Cádiz expuestos al público.

La maestría descriptiva que encierra la obra de Cabral quedó patente en su particular recreación de la escena, el momento en que Murillo es asistido por los frailes tras caer del andamio. Dice Lorenzo Alonso de la Sierra, que incluso hizo un guiño a Velázquez y sus Meninas, en su cuidada composición y disposición de los personajes.

Ahora luce con toda su frescura y luminosidad original. La misma que imprimió en esta obra histórica cuyo género no cultivaba el afamado artífice sevillano, y que viene a insuflar de mayor singularidad a esta pieza delicadamente realizada en 1862 y deliciosamente recuperada en el Doce.

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