Festival Fusión por Camarón

“No pretendo aportar nada, ni vengo a cambiar nada, sólo quiero recordar”

  • Alba Molina acude al encuentro Fusión x Camarón con el repertorio de sus padres, Lole y Manuel, con respeto a la pureza del flamenco

Alba Molina

Alba Molina

La estirpe de Alba Molina (Sevilla, 1978) es flamenca hasta el tuétano como no puede ser de otra manera si es la hija de dos figuras cruciales del flamenco de finales del siglo XX como fueron Lole y Manuel, revolucionarios a su estilo. Al fin y al cabo, llegaron a ser dos flamencos cantando en festivales de pop-rock. Y aunque Alba Molina, aparte de ser Alba Molina, modelo, también cantante,siempre va a ser hija de Lole y Manuel, Lole Montoya y Manuel Molina, es una hija de su tiempo... que conoció de primera mano otro tiempo.

Camarón murió cuando ella tenía nueve años, pero algo recuerda de él. “Sí, lo recuerdo por casa. Era una niña, no era consciente de quién estaba allí, pero creces y recuerdas, le escuchas, el sentimiento te llega”. Alba Molina va a ser una de las artistas que el próximo día 5 esté en el encuentro Fusión por Camarón en la Isla, el mismo día en el que Camarón hubiera cumplido 69 años. Y lo hará con las canciones de su padre, extraídas de los discos con los que desde 2016 homenajea a sus padres.

Deja las cosas claras para que nadie se llame a confusión. “Yo no pretendo aportar nada, ni vengo a cambiar nada. Vengo a recordar. Tampoco cambio nada de esas canciones porque son perfectas y no tendría sentido que yo las cambiara. es mi vida y la expreso. En todo momento a uno le gusta cantar las canciones que cantaban tus padres o las que escuchaban. Claro, yo tengo una ventaja, no todo el mundo tiene como padres a Lole y Manuel. Tengo esta opción de agradecer todo lo que ellos me han dado y eso es lo que hago en el escenario”.

"No cambio nada de esas canciones porque son perfectas"

Un escenario que reconoce que le impone porque admite su intrusismo, pero también lo advierte: nunca, hasta que se metió en el proyecto de recordar a sus padres, había hecho flamenco, ni se considera una cantaora. “Cantaora es María Terremoto, que cada vez que la escucho me emociona”. Eso es lo que hace que “a veces te entren ganas de bajarte del escenario por todo el respeto que tengo hacia el mundo flamenco, pero lo que hago lo hago con el corazón. No subo a un escenario con la intención de ser Lole (Lole Montoya aún está en activo). Nunca podría serlo. Tampoco voy a cantar por martinetes o por tarantos. Ya están los flamencos para hacerlo porque lo saben hacer. Lo mío es cantar, que es lo que sé hacer, y transmitir la emoción que siento al cantar lo que en su día cantaron ellos, es un homenaje, el más humilde y sentido del mundo”.

Pese a que pueden llegar a ser feroces los puristas del flamenco, Alba Molina siempre ha sido muy bien tratada por la crítica. Tiene que ver con su humildad, que le lleva a decir que siempre espera “un voto de confianza del público”. Ella, que desde que formó parte del grupo Las Niñas, y que después experimentó con jazz y con bossa nova, entiende a los que no quieren ni oír hablar de fusiones. “Me parece muy bien quienes guardan las esencias de la ortodoxia, es necesario y alguien tiene que hacerlo, alguien tiene que cuidar lo antiguo, aunque sería muy triste estar siempre haciendo lo mismo”.

A caballo entre dos generaciones, Alba Molina compartirá escenario con los que vienen pegando por atrás y que exploran flamenco y rock, como Derby Motoreta´s, al estilo de Triana pero ya casi en la casi en la tercera década del siglo XXI. “Tengo una hija de 18 años que está al día y me mantiene a mí al día. Sigo con mucha atención todo lo que signifique evolución”. Y a pocos cabe coronar con el halo de la evolución con más mérito que a Camarón, aunque Camarón no acabara de verlo claro. En Alba Molina se dan esos dos mundos que caracterizaron el arte de Camarón. Ortodoxia y heterodoxia. Vaya por él y por Lole y Manuel.

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