Cádiz en Danza se entrega hoy a todos los públicos. La presencia de Roseland Musical & Urano trae hasta esta undécima edición del festival un clásico generalmente asociado al público infantil que se presenta en una versión moderna y alternativa. Se trata de Pinocchio, el montaje que llegará esta tarde, a partir de las siete, a las tablas del Gran Teatro Falla y que combina la danza con las nuevas tecnologías para ofrecer una adaptación moderna en la que se ha tratado de atrapar la emoción y la esencia del texto escrito a finales del siglo XIX por el italiano Carlo Collodi.

Anna Planas, directora coreográfica del espectáculo protagonizado por el grupo catalán, trata de aportar las claves que, a su juicio, distinguen esta versión de la obra. Los espectadores se toparán con un Pinocho moderno, con una escenografía apoyada en los avances tecnológicos, con dos grandes pantallas como referente, pero también con un vestuario contemporáneo: "Los bailarines se mueven entre las dos pantallas, da como una sensación de tres dimensiones, todo muy mágico", dice Planas. Incluso las escenas están recreadas en la actualidad. Un ejemplo: el célebre muñeco de madera que cobra vida se encontrará en un colegio totalmente informatizado.

Tanta contemporaneidad se traslada también, de manera evidente, a la coreografía. Anna Planas destaca que los bailarines son "de gran nivel técnico" y que sus especialidades son la danza contemporánea y la danza de calle. De la mezcla de los códigos de ambas especialidades de la danza surge una coreografía que, a su juicio de su creadora, es "muy expresiva".

Y Anna Planas abunda y se recrea: "Llevamos ya dos años con esta obra, y puedo decir que me siento superorgullosísima del resultado. Porque cuando se crean las coreografías y pasan a manos de los bailarines, no siempre se consigue expresar lo que uno ha pensado. Aquí no, en Pinocchio puedo decir que se plasma lo que yo quería, lo que buscaba".

¿Qué quería Anna Planas, pues? Lo resume de manera sencilla: "Ser fiel a la esencia del texto de Collodi". Así, entre tanta modernidad coreográfica y escenográfica, entre tanta utilización del audiovisual y de las nuevas tecnologías, es lógico quizás que al espectador le asalte la duda, que Planas intenta disipar a la primera: "Todo está al servicio de la emoción del personaje y de sus sucesivas historias. Usamos un lenguaje muy moderno, nada ñoño, una escenografía contundente a través del audiovisual, todo muy de actualidad, pero sin perder la fidelidad a la esencia de esta obra escrita en el siglo XIX", declara.

Puede que en la raíz de esta arriesgada apuesta escénica, con tantísima modernidad aplicada a un clásico de toda la vida, se encuentre el intento de atraer al espectáculo a niños de todas las edades. Pero lo que sin duda subyace, y no lo niega la coreógrafa, es el intento de distanciarse de las versiones más conocidas de la aventuras de Pinocho, como pudiera ser la cinematográfica de Disney, referente para los niños de varias generaciones: "Nada que ver, de verdad, no, estamos muy lejos de Disney. Al principio, recomendábamos la obra para niños a partir de siete años, pero después nos hemos dado cuenta de que es para todos los públicos, para toda la familia, porque los más pequeños, quizás, no captan el hilo de la historia, claro, pero sí las emociones".

"Nuestro Pinocho -continúa Anna Planas- no es un niño malo, ni mentiroso. Es un niño inocente. No entendemos al personaje desde la culpabilidad. Es un inocente que se siente fascinado por los videojuegos, por los ordenadores , por las cosas que se va encontrando en sus aventuras".