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Inauguración de la temporada de teatros

Musical en el Teatro Falla de Cádiz: Tiempo para coser y tiempo para cantar

Una escena del musical 'El tiempo entre costuras', en el Falla. Una escena del musical 'El tiempo entre costuras', en el Falla.

Una escena del musical 'El tiempo entre costuras', en el Falla. / Germán Mesa

A Sira Quiroga no la vemos coser mucho pero cantar, sí que canta, sí. ¡Y cómo canta! Es más, en los cuadros iniciales de esta versión musical de la exitosa novela de María Dueñas, El tiempo entre costuras, que hasta el día 17 de septiembre se puede ver en el Gran Teatro Falla, le llegamos a atisbar un descosido en el dobladillo que nos pone en guardia sobre el nivel de cuidado de la producción de Beon.entertaimen. Desconfianza absolutamente infundada pues en cuanto la historia avanza, nos relajamos en la localidad y nos dejamos hacer en un viaje a ritmo trepidante donde ni los magníficos intérpretes ni la eficaz escenografía nos dan un respiro. Ni rotos, ni más descosidos.

No, coser no parece que cosa Alba Cuartero, ni falta que le hace. La actriz, cantante y pianista que se mete en la piel de la modista que en el contexto de la Guerra Civil Española y Segunda Guerra Mundial sufre toda clase de avatares y tribulaciones durante su periplo por Madrid, Tánger, Tetuán y Lisboa, hace gala de una hermosa voz y un gusto exquisito en su manejo. Denominadores comunes a los actores principales del elenco bien escogido y que, quizás sólo cojea, cuando baila por tanguillos. O será que en Cádiz, obvio, somos muy exigentes en esta cuestión.

Con todo, la pieza es de las más aplaudidas -qué bien rima siempre el conflicto político con la chufla gaditana, incluso, como ocurre en este caso, cuando no hay posicionamiento ideológico- ya que Teresa Alba construye a una Candelaria dotada de desparpajo y arrojo y, lo más complicado, sin llegar a pasarse de rosca. Gema Bastante como una despreocupada (y después profunda) Rosalinda Fox y Paco Arrojo, sensualísimo como Da Silva también brillan en este tiempo entre costuras donde los solos y duetos de Jan Forrellat (Marcus) con la protagonista multiplican el agrado vocal de un musical que, se agradece, cuidadosamente sonorizado.

Y, entendemos, no es fácil. Los cambios de vestuario a la velocidad del rayo, el propio viaje de la protagonista por diferentes ciudades, traducido en transformaciones escenográficas con mucho movimiento y muy logradas, podrían convertirse en excusa para fallas de sonido o para descoordinaciones en la auténtica coreografía en la que se convierte el cambio de paisaje. Pero no, no se ha dado puntada sin hilo.

Quizás, la partitura adolece de algún tema más pegadizo -no podemos quitarnos de la cabeza, ni del oído, el trabajo sobresaliente de Iván Macías en El Médico, injusto, lo sé- pero la historia, más cercana a la ideada por Dueñas (que ha asesorado el guion) que a la, también muy popular, serie televisiva, entendemos que entraña no pocos retos para traducir a la partitura. En este sentido, en las letras y diálogo de Félix Amador se aprecia un trabajo fiel, hasta diría que hay fragmentos literales, al libro.

Así, los viejos conocidos y amantes de la historia de amor, valentía y empoderamiento de Sira Quiroga serán los que disfruten más del musical de El tiempo entre costuras, mientras que los que lleguen a territorio inexplorado posiblemente se sientan más desubicados con la trama que, sobre todo en sus inicios, se condensa para poder resumir un argumento repleto de personajes que en el musical se despliegan durante algo más de 3 horas, con descanso de 15 minutos incluido.

No se cose, no mucho, en El tiempo entre costuras. Pero está la sofisticación de Lorenzo Caprile en el vestuario de la actriz principal y los hilos del mensaje de María Dueñas hilvanando toda la producción. Si les convenció la historia, casi con toda probabilidad les convencerá el musical que ha abierto la temporada de teatro en el Gran Teatro Falla. Los protagonistas, desde luego, lo bordan.

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