arte Un aniversario histórico

Una joven galería de 30 años

  • El 14 de octubre de 1982 abrió sus puertas en Algeciras la galería de arte de Magda Bellotti, quien supo rodearse de los artistas más interesantes de la zona

A principios de la década de los ochenta de la centuria pasada, el arte contemporáneo en España era algo mucho menos que de minorías. La realidad artística, todavía, estaba emparentada con una tradición a la que se consideraba poco menos que de obligado cumplimiento para cualquier manifestación. Sin embargo, a pesar de las generales inclinaciones estéticas, ya existía un pequeño reducto que sabía que el arte era mucho más que lo que promulgaban los intereses de la mayoría. En Algeciras, Rafael García Valdivia ya se había dado cuenta de las necesidades de nuevos planteamientos en un arte con nuevos argumentos, y había puesta en marcha Carteia, a la que podemos considerar como la primera galería de arte de la provincia de Cádiz. Era el año 1975 y la inauguración corrió a cargo de una muestra antológica del artista local Ramón Puyol. Eran momentos iniciáticos en un arte español, del que ya se necesitaba más. Unos años más tarde, aquella Carteia tuvo una ilustre continuadora. El 14 de octubre de 1982, Magda Bellotti, en la calle Ancha de Algeciras, retomaba el testigo para seguir abriendo caminos en una zona que patrocinaba mucha inquietud artística. Magda Bellotti se encontró con un horizonte lleno de esperanzadoras perspectivas. Se rodeó de los artistas más interesantes de la zona, los que más buenas sensaciones de modernidad promovían y aportaban intensidad creativa a un momento con infinitas ilusiones.

Magda Bellotti se apasiona con su trabajo y busca los modos y los medios para que una galería de arte alejada de los centros de especial interés artístico, no sucumbiera a los esquemas de un provincianismo desapasionante. Sabe buscar lo mejor y a los mejores. Queda en el recuerdo de los buenos aficionados aquella muestra que llevó hasta Algeciras a los artistas más selectos de la galería Juana Mordó, entonces referente absoluto del arte español más comprometido. Tan importante era su trabajo en torno a la plástica más inmediata que, en menos de dos años, ya se ve incluida en el selectísimo catálogo de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, aquel ARCO que, entonces - febrero de 1984 -, como ahora, constituía el centro neurálgico de la moderna creación artística.

Magda es todo un modelo a seguir para aquellos tiempos donde existió un florecimiento de las galerías. Ello lo tuvo claro y pronto acoge un grupo selecto de artistas que marcaban las pautas de una modernidad, ya por entonces, plenamente asumida. Algeciras era estación término donde llegaban, sin solución de continuidad, artistas de la élite del panorama nacional. En aquellos años -ochenta y noventa del anterior siglo- acudían hasta la calle Fray Tomás del Valle los nombres más serios y acertados del circuito artístico. Allí vimos la obra de Nacho Criado, aquel artista jiennense uno de los máximos representantes del conceptualismo en España y al que muchos lo teníamos como un auténtico icono; allí dio sus primeros pasos un joven tarifeño, como Guillermo y Chema, que, en poco tiempo, llegó a ser de las realidades más seguras de la pintura española, Antonio Rojas. Hasta Algeciras, íbamos en peregrinación porque éramos conscientes de lo que la galerista realizaba y ofrecía. Antonio Sosa, Luis Palmero, Eva Lootz, Manolo Quejido, Juan Suárez, Luis Claramunt, Rafael G. Zapatero, Luis Gordillo… compartían espacio con los más jóvenes, aquellos que estaban conformando un paisaje lleno de entusiasmo creativo. Allí nos encontramos a una jovencísima Ángeles Agrela, a Teresa Lanceta, a Paloma Peláez, a Javier Velasco, a José Piñar, a Paka Antúnez y a un larguísimo número de artistas que convertían a la galerista de Algeciras en una de las más respetadas de la profesión y en una personalidad carismática en este universo donde tanto advenedizo ha querido creer descubrir El Dorado.

Magda Bellotti ha aportado seriedad al universo artístico, ha marcado rutas por donde transcurrir sabiéndose a qué atenerse, ha apostado por la juventud, manteniendo los sabios planteamientos de los más veteranos y, sobre todo, ha generado un espíritu de alta creatividad y fomentado el amor por un arte que necesitaba muchas buenas aportaciones y mucha verdad para ser aceptado con apasionamiento. Magda, después de dos décadas aportando claridad en los estamentos geográficos de Algeciras, se traslada a Madrid y allí, en la calle Fúcar, cerca del Reina Sofía, mantiene todas las expectativas que la caracterizaron. Muchos de sus artistas de siempre y otros de la nueva hornada continúan ejerciendo la esclarecedora potestad en una creación artística de laque ella es sinónimo de garantía.

Hoy, treinta años después de aquel 14 de octubre de 1982, la galerista algecireña sigue aportando entusiasmo a un arte necesitado de muchas magdas bellottis. Ya, curiosamente, no la encontramos en ARCO. La Feria madrileña ha llegado a patrocinar muchas incongruencias y a manifestar que el arte también desarrolla muchas sombras. No obstante, la programación de Magda Bellotti sigue estando entre las más respetables de la profesión; una profesión a la que ella ha aportado muchas felices circunstancias.

Este medio y este crítico que tanto encontró en los espacios artísticos de la galería algecireña, se felicita por haber sido testigo de tan edificante trabajo en torno al arte contemporáneo. Gracias, Magda.

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