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Juan Bouza | Escritor

“Este libro tiene la sana intención de hacer un fresco distinto de la ciudad de Cádiz”

  • ‘Independenshia. El procés gaditano’ (Q-book) es la primera novela de Juan Bouza, una obra disparatada y divertida que retrata una supuesta sublevación en Puertatierra para independizarse de Cadi Cadi

Juan Bouza, con un ejemplar de su primera novela en la hemeroteca de Diario de Cádiz.

Juan Bouza, con un ejemplar de su primera novela en la hemeroteca de Diario de Cádiz. / Jesús Marín

–¿Cómo surge su primera novela, Independenshia?

–Bueno, yo llevo escribiendo desde hace muchos años como amateur, para mí, pero esto surge como surgen hoy tantas cosas, a través de las redes sociales. Yo empiezo a escribir una serie de post en Facebook sobre un posible proceso independentista en Cádiz, y la gente se reía. Eso lo dejé ahí, pero el confinamiento me hizo volver sobre ello, y además la gente me animaba a que siguiera. Varios amigos me animaron, una amiga me ayudó en algunas cuestiones de la redacción, y al final un querido amigo, articulista del Diario, Pepe Pettenghi, me animó a que se lo presentase a Juan José Sandoval, de la editorial Q-book. Se lo presenté y le pareció muy publicable. Yo tenía mis dudas porque me habían dicho antes que el humor no vende... En este caso, Sandoval fue valiente. Y, para nuestra sorpresa, el libro ha sido un grandísimo éxito, gusta.

–¿Desde el principio plantea el libro desde la óptica del humor?

–Sí, sí.

–¿Porque es un género que le gusta o porque consideraba que era el adecuado para este caso?

–Yo suelo ser una persona con sentido del humor, y consumo mucho humor, tanto en literatura como en televisión. Pero como no tuve la intención de hacer nada serio, sino que se trataba de poner en Facebook cosas pamplinosas de una idea loca, de plantear que Cádiz se dividía entre independentistas de Puertatierra y gaditanos del casco antiguo. Yo escribo otras cosas, soy articulista en medios de comunicación, y son cosas serias, pero esto salió así. Es un humor muy primario, intento de la primera hasta la última frase que la gente se ría.

–Como una astracanada.

–Sí, es una astracanada, es una caricatura, es algo irreverente, es un dislate, es todo lo absurdo que se puede escribir de una ciudad.

–El lector capta el planteamiento absurdo y se deja llevar.

–Efectivamente, es una novela para pensar poco y reír mucho. Lógicamente, uno no puede evitar, escribiendo, cuestiones de la realidad, lo que pasa es que están muy deformadas, tan deformadas que se van al disparate, al surrealismo puro y duro. Yo no creo en el humor blanco por sí mismo. Creo que el humor tiene que tener connotaciones concretas sobre las cosas, sobre las personas, las situaciones. Hay crítica, autocrítica a determinadas cuestiones, es una caricatura de la ciudad para lo bueno y para lo malo. Con la sana intención de hacer un fresco distinto de la ciudad. Aquí se habla de carnaval, de fútbol, de política, de los medios de comunicación, del disparate que puede ser el enfrentamiento e por algo tan absurdo como es que nos divida una muralla, que eso sí es real en la ciudad, y la gente que dice que es de Cádiz o de Puertatierra. Pero llevado al extremo.

–¿Quién es Juan Vurbinka?

–Es el narrador, pero es el personaje. Es un hombre de Cadi Cadi, normal y corriente, que se ve envuelto en todo esto, y él, a través de un razonamiento muy primario, va sorteando como puede la situación. Va recorriendo los tópicos de la ciudad. Como cualquier ciudad, Cádiz tiene muchos tópicos.

–Incluso más que otras.

–Sí, quizás más que otras por nuestra insularidad, por ese chovinismo que nos creemos que el non plus ultra está aquí, pero además de verdad. Yo recojo esos tópicos y les doy la vuelta como un calcetín, ni son buenos ni son malos, son los que son y vamos a reírnos de ellos, a reírnos de nosotros mismos.

–En eso los gaditanos tenemos alguna ventaja.

–Sí, creo que sí. De hecho, una de las cosas que tiene el libro es que también es un desfile de personajes reales que hacen cameos en la propia novela. Con sus nombres y de muchos sitios. Porque si tú haces una novela de Cádiz donde hablas de las cosas que pasan en Cádiz, no necesitas inventarte demasiados personajes. E incluyo a muchas personas, algunas que conozco, admiro y respeto, y es también un pequeño homenaje a la ciudad. Si hay unas elecciones municipales en el libro, que las hay, tenemos que hablar de medios de comunicación, y para qué me voy a inventar personajes de los medios de lo comunicación, si están aquí. Es una ficción sobre una realidad que es Cádiz, sus gentes y sus tópicos. Como están los políticos, escritores de Cádiz y muchas personas conocidas, y todo forma un puzzle muy loco, muy disparatado.

–¿Juan Bouza es beduino?

–No, yo soy de Cadi Cadi, porque nací en la calle Beato Diego, en mi casa, yo no me quise permitir esas moderneces de nacer en los hospitales, pero después de muchos periplos he acabado en Puertatierra; bueno, una mala tarde la tiene cualquiera. Es un sitio distinto, el acento es distinto, pero me adapté razonablemente bien. Soy un gaditano militante del gaditanismo más caricaturesco y populachero.

–Y esa expresión: “Voy a Cádiz”.

–Yo he preguntado en muchos sitios si eso suele pasar, y en todos los lugares donde hay un casco antiguo muy claro, muy determinado, sobre todo amurallados, y donde hay un extramuros, hay algo parecido. Lo que pasa es que aquí lo juntamos todo con la sorna nuestra. Y yo lo que hago en la novela es coger ese razonamiento absurdo y llevarlo ya hasta el precipicio.

–Con puesto fronterizo y todo.

–Sí, como se ve en la portada que es un diseño de Sandoval.

–En una ciudad marítima que ha vivido de recibir a gente de fuera.

–Cádiz somos los gaditanos, pero todas las influencias que hemos recibido por ser una ciudad geoestratégicamente situada. Y nuestra relación con América, que nos marca muchísimo; con el resto de España, con el hecho de la Constitución; un puerto de mar de primer orden, el más importante de España en el siglo XVIII. Y con eso, podríamos decir que es absurdo lo de las dos ciudades. Pero está en nuestra forma de ser, la cultura popular nuestra, ser gente muy abierta y muy divertida, aunque en Cádiz hay mucha gente siesa, pero también es bastante divertida, incluso a veces demasiado divertida y nos obligamos a ser graciosos. Hay cosas maravillosas y cosas que habría que hacérselo mirar.

–¿Sobrevuela en la novela algún tipo de crítica al procés catalán?

–Bueno, sí aunque no pienso en él. Yo soy escasamente nacionalista de nada, procedo de una mentalidad mucho más internacionalista, y creo que lo identitario, cuando se lleva al punto extremo, es excluyente. Y respeto las ideas.

–¿Caerá en la tentación de escribir una novela sobre política?

–Yo no sé, no soy escritor, soy una persona que ha escrito un libro que ha vendido más de lo que podíamos pensar. Escribiré más, haré alguna cosa más humorística, también algo serio, pero sin plantearme la obligación de escribir ni la necesidad de escribir. Y si cae una política, más que una novela será un drama, una tragedia. Porque hoy día es una profesión de riesgo, yo que he estado lo puedo decir.

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