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Cultura

El frágil ecosistema del arte

  • Belén Mazuecos exhibe 'Genius loci' en Rivadavia, que representa con una gran metáfora de lo que acontece en este mundillo

Una de las impactantes imágenes de Belén Mazuecos.

Una de las impactantes imágenes de Belén Mazuecos. / jesús marín

En la sala Rivadavia se despliega el "frágil ecosistema del mundo del arte" según la perspectiva de la artista Belén Mazuecos. Lo hace desde la potente imagen del cuidador del panda en reservas chinas, que se mimetizan con estos animales en peligro de extinción ataviados como uno de ellos. Y ésta es la base de la muestra Genius Loci. Apuntes para una etnografía del mundo del arte, que este jueves se presentaba ante los medios de la mano del diputado de Cultura, Salvador Puerto, y la diputada de Igualdad, Isabel Moya. Juntos se congratularon de la puesta en marcha de una muestra que "visibiliza la figura de las mujeres artistas" e impulsa "nuevas formar de mostrar la realidad".

Fue así como Belén Mazuecos, que también es profesora de la asignatura de Introducción, difusión y mercado del arte en la Facultad de Bellas Artes de Granada, narró la simbología de una obra que indaga en la reflexión que hacía el teórico Juan Antonio Ramírez cuando decía que el ecosistema del arte es frágil, pues "hay muchos agentes y la supervivencia de uno está supeditada a la del otro". Este pensador consideraba que desde los años 80 los intermediarios tenían un papel preponderante en el sistema "y los artistas estaban relegados a un segundo plano, al último eslabón de la cadena". Pero, ¿quién es cada cual en el seno de estas simbólicas piezas de grandes dimensiones?. Pues los intermediarios toman el papel del ciudador del panda, encargados de que su inserción en el sistema sea lo menos traumática posible, mientras que el artista aparece embalado dentro de la típica caja de madera sellada con la leyenda de "frágil", como metáfora de "la verdadera mercancía, que son ellos, en lugar del propio objeto del arte". Una idea que se le ocurrió a raíz de verlo en un suplemento dominical, cuya imagen le pareció "muy potente", explica.

También introduce iconos de artistas del siglo XX que reflexionan en la materia

Pero para reforzar el impacto, hace guiños a la producción de otros creadores del siglo XX que también cuestionan el sistema del arte y del mercado que mueve. Lo hace con iconos ya implantados en el imaginario de todos, como la cabeza de sangre de Marc Quinn, la carísima obra de la calavera incrustada en diamantes de Damien Hirst o la revisión de Marcel Broodthaers sobre la idea tradicional de lo que es un museo, reproduciendo en una de sus obras un cuadro ambientado en la naturaleza que, a modo de photocall, contextualiza al cuidador vestido de panda "para hacer menos traumática la entrada de su obra al Museo".

Para Belén Mazuecos la lectura que hace del papel de intermediario -galeristas, comisarios, directores de museos, etc.- no es negativa, pues "es cierto que por un lado los artistas están supeditados a ellos, pero también son los que estabilizan el triángulo entre el artista y el resto". Si bien, añade, "esto está cambiando el paradigma, pues con el impacto de las nuevas tecnologías estamos pasando a un sistema más flexible con autopromoción de la obra, llegamos al público directamente y, ya en segunda instancia, a la galería".

También hace referencia a la fragilidad de los artistas jóvenes, que además se enfrentan a la dura competencia de los consagrados, y de la propia profesión, en la que también interfieren los intrusos que representa en sus obras.

Comisariada por el crítico de arte del Grupo Joly, Bernardo Palomo, Mazuecos plantea esta metáfora sobre el acontecer del mundo del arte a través de técnicas como el acrílico, carbón prensado sobre papel o lienzo y óleo.

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