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Arte

La excelencia del paisaje

  • La exposición de Francisco Escalera en la Galería Benot proporciona ese sabio y necesario sentido de una pintura sin efectismos, sin gestos vacíos

Una de las pinturas que Francisco Escalera muestra en Benot.

Una de las pinturas que Francisco Escalera muestra en Benot.

Francisco Escalera un pintor de amplísima trayectoria con apariciones gaditanas recordadas en la Galería Benot, su espacio expositivo de referencia en la ciudad hasta donde ha llegado con esa poderosa pintura llena de serenas ambientaciones donde la buena figuración encuentra eco y deja descubrir a un pintor certero, convencido y convincente. La muestra que llega hasta la galería de la avenida Ramón de Carranza –ahora nombrada con otro nombre por las tonterías de regidores con pocos argumentos y fantasiosas decisiones anti ciudadanas– nos sitúa en los espacios representativos de un buen pintor; alguien con un bagaje artístico de sabio proceder que le capacita para afrontar cualquier circunstancia por difícil que esta fuera.

No es el pintor cordobés desconocido en el mundo de la pintura realista; ni mucho menos; es pintor de continuas comparecencias en galerías de todas partes, allí donde la figuración es acogida sin recelo y con los argumentos sensatos que requiere una expresión a la que, cierto esnobismo imperante, ha reducido arbitrariamente a estamentos menos importantes de los que realmente merece. Francisco Escalera es, por tanto, pintor curtido en esos ambientes; artista de solvencia, con obra muy bien estructurada y portadora de las eternas formulaciones de lo mejor que tiene la pintura de siempre.

Llega a Cádiz después de haber ofrecido su obra en la galería Ceferino Navarro de Granada, otro de los centros imprescindibles donde la buena figuración tiene un lugar de acogida y un tratamiento comercial serio y riguroso. Ahora, Fali Benot la hace protagonista en un comienzo de temporada en el que se atisba –o al menos se quiere que así sea– un horizonte menos sombrío que el que hemos tenido hasta ahora. La exposición nos centra en un compromiso paisajístico lleno de sentido, con un total acierto en las posiciones compositivas y una claridad absoluta en la forma plástica. Paisajes de Roma, de Venecia y de Florencia, de Córdoba y Sevilla que nos vuelven a reencontrar con aquella veduta clásica, donde el paisaje formulaba sus más esclarecedor argumentos representativos. Paisajes que ofrecen los registros lumínicos diferenciadores de cada lugar, que recrean vistas no por conocidas menos interesantes de ser plasmadas; ejercicios, en definitiva, de buena pintura de paisajes, con los efectos exactos de lo que se ilustra con precisión, claridad y sabiduría.

El paisaje que encontramos en la galería gaditana se estructura desde el conocimiento de lo que es la buena pintura paisajística. El autor no se circunscribe sólo a los efectismos de copias fáciles y sin vida; potencia los resultados cromáticos con sabias y serenas posiciones expresionistas que redundan en el resultado final de la representación sin generar máximos desvirtuantes. Francisco Escalera pinta el paisaje para que éste desarrolle su fuerte carga ilustrativa, al tiempo que sabe hacer guiños a la propia estructuración para que, junto a la poderosa personalidad física de lo representado, haya un hueco en el que el autor refleje pictóricamente la particularidad de un lenguaje artístico que él hace indiscutiblemente suyo.

Junto a los excelentes paisajes, Francisco Escalera nos presenta varias piezas de menor tamaño donde la realidad de la playa se hace presente. Personajes que realizan las cotidianas acciones en los servicios junto a la arena, lavarse los pies, ducharse… y que son pequeños flashes que inmortalizan un íntimo ejercicio de suma cotidianidad.

La exposición de Francisco Escalera nos proporciona ese sabio y necesario sentido de una pintura sin efectismos, sin gestos vacíos, dando la espalda a los encorsetados elitismos que vacían de contenido una realidad artística que sólo debe aportar el rigor de un arte bien construido.

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