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Cultura

Los cuentos de Shrek alcanzan su punto y final en 'Felices para siempre'

  • La cuarta entrega del filme, que dirige Mike Mitchel, llega hoy a la gran pantalla en versión normal y en 3D de la mano de Dreamwork para recrear uno de los grandes clásicos del cine navideño '¡Qué bello es vivir!'

Hace años que una guerra sacudió Hollywood. Los hasta entonces plácidos dibujos animados fueron frente de batalla de una lucha empresarial sin precedentes. En los 90, Jerry Katzenberg, el cerebro productor que sacó del marasmo a la Disney con una racha de éxitos empezados por La sirenita y terminados por El rey león se marchó del estudio del tío Walt y fundó Dreamworks con Spielberg. A su vez, Pixar plantaba sus reales renovando el lenguaje de la animación no sólo en lo técnico. Otros estudios, como la Fox, quisieron su parte del pastel. Fue una guerra saltando a la yugular.

Hoy las cosas están más tranquilas. Los estudios tienen otros problemas en estos tiempos de internet y el mapa se ha recompuesto. Pixar y Disney se unieron y ante esto poco pueden hacer los otros. Los otros estudios han rebajado sus exigencias y el gran fiasco fue Dreamworks, que no cumplió las expectativas, salvo en un personaje. El ogro Shrek y su peculiar versión de los cuentos infantiles. Su éxito se prolongó en tres filmes, y parece que se iba a quedar aquí, con el monstruo verde reconvertido en un buen padre de familia. Pero en estos tiempos inciertos para el cine donde se apuesta números ganadores Shrek ha sido sacado de nuevo de su ciénaga para vivir una nueva aventura, esta vez sí parece que la última. O al menos eso dicen sus productores.

Shrek, felices para siempre, que muestra en su título la vocación de final de cuento, llega en las inevitables dos versiones: normal y 3D, uniéndose a una moda que llega para quedarse. Lo curioso es que esta vez se ha preferido a un director que viene del mundo de la imagen real, Mike Mitchell, autor de las poco destacadas Gigoló y Sky High, una escuela de altos vuelos. Esperemos que los responsables de Dreamworks le pongan en vereda, tras estos filmes donde demostraba un humor zafio incompatible con el espíritu del ogro verde. Aunque el resto del equipo técnico, forjado en mil batallas de animación, si está a la altura del reto. Todos son veteranos de la serie o de otros títulos de dibujos animados. Siguen las mismas voces con el malagueño Antonio Banderas en el que cruelmente hablando ha sido su mejor papel en Hollywood en años, el Gato con Botas de inefable acento andaluz y manipuladora cara de pena. Y los ex compañeros de Cruz y Raya José Mota y Juan Muñoz doblando a Shrek y a su fiel Asno.

Curiosamente, parece ser que en esta última entrega de Shrek sus responsables han tirado por recrear de algún modo el gran clásico del cine navideño universal, ¡Qué bello es vivir!, con su historia de qué hubiera pasado si tu vida hubiese sido otra. Y es que el film sorprende al ogro un tanto hastiado de su vida familiar y rememorando los tiempos en que era más temido. Este estado de ánimo le hace escuchar los cantos de sirena del taimado Rumpelstitlskin, quien le convence para hacer un pacto y cambiar su vida. Pero el resultado es un trampa mortal, ya que el entorno de Shrek ha desaparecido. En el nuevo mundo los ogros son perseguidos por el propio Rumpelstitlskin, que ha aprovechado el negocio para apoderarse de Muy, Muy lejano y controlarlo con un ejército de brujas. Lo peor es que Fiona no conoce a nuestro ogro, Asno es un esclavo que ejerce bufón en la corte del nuevo amo del reino, y el Gato con Botas es confidente de Fiona y ya no es un apuesto espadachín gatuno, sino un obeso y mimado minino. Como James Stewart en el film citado, Shrek deberá poner las cosas en su sitio tras descubrir que su vida anterior no era tan mala.

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