II Ciclo de música Manuel de Falla | Concierto en el Teatro del Títere

Música y luz, antes de las luces

  • La formación Nereydas cierra el ciclo de conciertos de música Manuel de Falla

Un momento de la actuación de Nereydas en el Teatro del Títere.

Un momento de la actuación de Nereydas en el Teatro del Títere. / Lourdes de Vicente

Durante el primer tercio del siglo XVIII, se hacían en España veladas musicales palaciegas, basadas en la mezcla de estilos musicales, con instrumentos de la época, con cantos, y el recitado de textos. Tenían un importante componente de improvisación. Justo lo contrario, esto último, de lo que la formación de cámara suele hacer, ya que sus interpretaciones se basan en un gran trabajo previo, que abarca la investigación musicológica, la investigación de instrumentos, y por supuesto el ensayo a conciencia de las partituras.

Nereydas, ya conocido del público gaditano, pues en varias ocasiones ha puesto en marcha precisamente aquí algunos proyectos musicales, nos ha traído esta vez una exquisita muestra de la música que se hacía en España, para españoles, durante el primer tercio del siglo XVIII, y algo de la música de españoles para italianos. Como correctamente la definió Javier Ulises Illán, toledano y alma mater del grupo, se trata de la música pre-ilustrada española.

Sobre las tablas del Teatro del Títere, un violín de 1750 junto con el archilaúd, la guitarra barroca, el violonchelo barroco y la percusión con toques americanos.

El programa del concierto fue largo y variado, comenzando con La suave melodía, una composición para españoles, del napolitano Andrea Falconieri. Luego, una obra de Gaspar Sanz, y seguido Los bosques Umbrosos del Manuscrito Macworth, una recopilación de cantatas españolas de comienzos del siglo XVIII encontrado casualmente el siglo pasado. Itaca Vicente, soprano, hizo alarde de una afable voz, cálida y bien redondeada, con una envidiable dicción, al entonar las cantatas de José de Torres contenidas en el Manuscrito. Muy bien.

Impresionante la sinfonía para violoncello solo de Giacomo Facco, genialmente interpretada por Guillermo Turina, acompañado de la guitarra barroca de Manuel Minguillón. Excelente.

De Martínez Compañón, compositor español del siglo XVIII que recopiló en un códice músicas indígenas en su estancia en el Perú, Nereydas interpretó tres composiciones que recogen los aspectos de la religión, la evangelización y la vida ordinaria en las colonias. Ritmos alegres, bailables, entonados por la voz de Itaca Vicente, y los coros de Guillermo Turina, Manuel Minguillón y Daniel Garay, a la vez que tocaban sus instrumentos. Uno de los mejores momentos del concierto, sin duda.

Ya en la segunda parte, como primera pieza Nereydas interpretó Jotta de Santiago Murcia, con especial lucimiento de Manuel Minguillón a la guitarra barroca, que arrancó el apluso del público. Hubo más cantatas de José de Torres, del Manuscrito Macworth, en la estupenda voz de Itaca Vicente, y un Fandango de Santiago de Murcia, donde Javier Ulises Illán tuvo la ocasión de lucirse, haciendo gala de un excelente dominio del violín, usando la técnica de “Col legno”, golpeando con el dorso del arco las cuerdas, para imitar junto con la nota musical, el sonido de las castañuelas. Muy bien.

Una de las grandes curiosidades fue escuchar la única composición con letra en castellano que se conoce de G. F. Händel, No se enmendará jamás.

El programa oficial concluyó con una estupenda composición de José de Nebra, Del Mar el mundo, donde se pueden escuchar los sonidos de la tempestad y el mar, junto con Del piélago violento.

Hubo una propina al final de José de Nebra, que concluyó un concierto muy trabajado, exquisitamente presentado y explicado par Javier Illán, y mejor interpretado por Nereydas. El público salió muy satisfecho de un concierto post-Semana Santa, que sin duda ha contribuido a llevar con muy buen ánimo los efectos después de las vacaciones.

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