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Cómo ha cambiado el cuento

  • Ángela Vallvey reescribe en una clave feminista narraciones emblemáticas del imaginario colectivo

  • El acoso escolar, los 'realities' o el cambio climático asoman por este volumen

Cómo ha cambiado el cuento

Cómo ha cambiado el cuento

"A las niñas de ahora, y también a los niños", expone Ángela Vallvey, "les parece que los protagonistas de los cuentos clásicos están un poco anticuados, que viven en sitios horribles donde no llega el wifi y a los que nadie iría a repartir pizzas, y que hacen cosas que están francamente en desuso, como cortar leña, vivir en incómodos palacios o abandonar a sus hijos pequeños en un claro del bosque", considera la escritora. Vallvey lamenta que el desinterés por estas fábulas que fueron forjándose a lo largo de los siglos como un "delicado trabajo de inteligencia colectiva" y que recogieron autores como Andersen, Perrault o los hermanos Grimm causa que los chavales se pierdan "el enorme tesoro de sabiduría" y las "enseñanzas iniciáticas" que divulgaban estas leyendas.

La ganadora del Nadal por Los estados carenciales vuelve a esas historias en Cuentos clásicos feministas, un volumen que publica Arzalia Ediciones y en el que la escritora manchega (San Lorenzo de Calatrava, Ciudad Real, 1964) trae al presente, con la colaboración del ilustrador Javier Pérez Prada, la peripecia de algunos personajes emblemáticos como Caperucita, Blancanieves o Cenicienta. Una convicción motivó estas reinterpretaciones: tal vez los pequeños lectores ya no se reconocen en el mundo por donde se mueven esas criaturas. "Quizás las niñas y los niños se estén alejando de esas historias legendarias, entre otras razones porque les parece raro que una muchachita atraviese el bosque camino de casa de su abuelita, porque los bosques no son tan abundantes como antaño y porque los fondos marinos, donde viven las sirenas, están llenos de plástico, dado que la fealdad de la contaminación llega a todos lados", argumenta la narradora.

De ahí que en estas versiones asomen asuntos que preocupan hoy como el acoso escolar, la trata de blancas, el cambio climático o la tiranía de unos marcados patrones de belleza. Vallvey afirma que su libro es "un empeño por rescatar historias de siempre, para que sigan vigentes con toda su fuerza, razón, terror y poesía", y por ello dirige además una mira feminista al conjunto. Adiós a esas chicas que necesitaban acabar en los brazos de un príncipe para sentirse realizadas. Este volumen trata, dice la autora, "de que las mujeres queremos, pero sobre todo podemos, ocuparnos de nuestra propia seguridad y bienestar. Y de que es importante que las niñas y los niños lo sepan y no lo olviden".

Vallvey reúne así a un grupo de mujeres poseedoras de coraje, cómodas en su independencia. En Cenicienta y el reality show, la protagonista desea ir al casting de un programa televisivo en el que un millonario busca su esposa, pero la joven no quiere encontrar marido sino "demostrarme a mí misma que no soy fea como un trapo sucio". Caperucita, que debe su nombre a la capucha de su sudadera, comprende en una visita a su abuela que en la vida real los depredadores son algunos hombres y no esos lobos de los que advertía el cuento. La patita fea es, en la visión de Vallvey, una mujer que deja atrás el acoso escolar y empieza a quererse a sí misma. Tras rescatar a un muchacho del naufragio, Ariel, La Sirenita, descubrirá que no está enamorada realmente de aquel tipo, sino "de sus propias fantasías y ensueños románticos".

La escritora renueva ese legado trasformando muchas de las circunstancias que conocíamos: La bella durmiente es aquí un hombre, El chulazo durmiente, y es una mujer la que le da, con reparos -"ella no era una aprovechada"-, un beso "suave, tierno ingenuo"; los enanitos con los que se topará Blancanieves son gigantas, pero no por su tamaño sino por los desafíos a los que se enfrentan. Periodistas, abogadas o ingenieras cansadas de la desigualdad que viven en su entorno. "Te reto a que ocupes mi lugar un día solamente, rodeada de hombres que consideran que por serlo tienen que ser tus jefes", le dice a Blancanieves una de esas mujeres, hastiadas de ese antiguo y fastidioso cuento que responde al nombre de heteropatriarcado.

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