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Cultura

Miguel Villegas presenta una novela juvenil con el Doce como escenario

  • 'La cruz de sangre' recrea las aventuras de unos adolescentes en los días previos a la proclamación de la Constitución de 1812

Resulta extraño concebir a unos adolescentes como protagonistas en medio del Cádiz de Las Cortes. Pero Miguel F. Villegas estaba convencido de que era una idea estupenda para acercar a los más jóvenes a "un momento histórico tan interesante como aquel", explica.

La novela juvenil que hoy presenta, La cruz de sangre, pretende acercar "al adolescente cuestiones como la libertad y la participación, y hacerlas actuales". La historia -varios asesinatos en mitad de una conspiración absolutista- es, por supuesto, ficticia pero su marco es completamente real. "Las tensiones que existían entre absolutistas y liberales son absolutamente ciertas", indica. La investigación de los crímenes incluye, incluso, un análisis forense en el Hospital de Mujeres: "El episodio está en el límite de lo que podría haber sido -comenta Miguel Villegas-. Hubiera sido algo excepcional, pero no es ficticio, por ejemplo, el profesor de Viena que se cita, Ferdinand Bernhard Vietz".

En La cruz de sangre se presta especial atención, además, a los acontecimientos que se dieron en Grazalema un par de años antes: "Mi madre era de allí, así que estuve unos días en la localidad observando y estudiando en los archivos -comenta Villegas-. He intentado no pintar a los franceses como villanos: la mayor parte de ellos ni siquiera veían lícito invadir un país. Yo soy de Jerez y me encantan los pueblos de la Sierra, una zona que vivió una represión terrible por parte de las tropas francesas".

La novela podrá finalizar con la proclamación de la Constitución, pero esta es una historia que terminaron ganando los otros. Así, Villegas está preparando una segunda parte con esta desesperanzadora continuación, en la que se recogerá cómo "personajes valiosísimos son torturados y ejecutados por el régimen posterior -comenta el escritor-. Fue increíble que, a la llegada de El Deseado, los propios madrileños desatasen los caballos del carruaje que lo llevaba y se ofrecieran a tirar como bestias de carga".

Algunas de las proclamas reaccionarias que aparecen en La cruz de sangre -"Contra los principios revolucionarios y ateos"- podrían protagonizar más de una portada de periódico hoy en día: "La historia se repite -dice Villegas-. Todo lo que sea cambiar los privilegios de un grupo se considera revolucionario. En aquella época, todo aquello que fuera criticar la Iglesia, la libertad de prensa... se veían como ataques directos contra Dios. Disfrazar el mantenimiento de los privilegios con la religión es algo que se ha hecho desde los egipcios o antes".

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