Mi Marinero en Tierra
Con la primera luz del día, salí de casa con mi guitarra con dirección a El Puerto de Santa María, hacia una playa, cualquiera. Había llegado el momento de cumplir mi promesa: cantarle a Rafael los quince poemas-canciones de nuestro "Marinero en tierra", sólo para él, frente a su amada Bahía, a la verita del mar.., y como único fondo, el rumor de las olas, verdes y azules, blanca espuma…
Como entonces, siento todavía que me tiemblan las piernas recordando ese mágico momento; a duras penas comencé a cantar, tuve que intentarlo más de una vez hasta que pude evadirme completamente… "Siempre que sueño las playas", "Ribera", "Recuérdame en alta mar".., con "Ojos tristes" no podía más, tuve que parar un ratito, pero haciendo de lágrimas corazón, conseguí llegar a la que más deseaba y temía: "Si mi voz muriera en tierra", pues también, con los pies sobre las nubes y con un hilo de voz, la canté no sé cómo, en el funeral del Poeta.
Terminé sobre la arena mojada tan roto como feliz, pero me quedaba un último paso: caminando despacito hacia la orilla, lancé tan lejos como pude nuestro "Marinero"… ¡Para ti, Rafael, con mi cariño eterno!
Fue mi beso caliente un trago de agua marina que, ¡me supo tan dulce como la miel! Fueron sin duda dos caricias de retorno; procedían de las cenizas de Rafael y de mi hermano Javier que yo mismo arrojé en el mismo lugar en otro día imposible, cantando una vez más… "Si mi voz muriera en tierra,/llevadla al nivel del mar,/y dejadla en la ribera"…
Rafael, yo celebro tu nacimiento.
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