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XXXIV Feria del Libro de Cádiz| Inauguración

Care Santos pregona la feria del Cádiz más literario y biográfico

  • La autora de ‘Media vida’ (Premio Nadal) recorrió el vínculo de la ciudad con las impresiones de escritores de todos los tiempos, desde los románticos ingleses a Alberti

Care Santos durante su pregón junto a la periodista Almudena de la Montaña.

Care Santos durante su pregón junto a la periodista Almudena de la Montaña. / Jesús Marín

Decía Care Santos (Mataró, 1970) nada más comenzar su pregón que se sentía “poseída” por los dos nombres que integran el “afortunado sintagma” que es la Feria del Libro de Cádiz. Por el común, los libros y por el propio: Cádiz .

Un Cádiz que su padre –un poeta sevillano que nunca lo fue a tiempo completo porque ejerció de médico– soñaba en sus veranos adolescentes desde Rota; un Cádiz que es de quien “la vive, la pasea, la canta y la oye cantar”. Un Cádiz, sentenció, “que siempre fue mía” porque lo era de todos quienes hicieron prosa y verso desde sus calles, su cielo, su mar y sus gentes. “De Juan Ramón Jiménez, Cernuda, Neruda, Alberti y Caballero Bonald...”. Y de su padre, principal culpable de que “para mí fuera una ciudad de poesía, pues suyo es el poema donde por primera vez descubrí esa palabra misteriosa que vivía en los libros: Cádiz”.

Y es que Care Santos pronunció un precioso pregón desde el que sutilmente hilvanó buena parte de la literatura que ha conquistado o se ha dejado conquistar por este rincón del sur. Fusionó en él su patria y “único patrimonio”, que es el libro y las miles de anécdotas que guarda de él, con la de una ciudad que fue escrita, descrita y descubierta primero –para ella, al menos– por su padre, Antonio Santos, del que leyó el poema que le dedicó. Pero también por los tomos de historia de su niñez, y por los versos y la prosa de autores como Benito Pérez Galdós, en cuyos Episodios Nacionales “hizo que sus personajes recorrieran el istmo que sirve para que el continente no tenga la desdicha de estar separado de Cádiz”.

Con esta primera y prometedora descripción Care Santos decidió materializar la permeabilidad de Cádiz, las letras y su propia biografía literaria a lo largo los tiempos y de un rosario de escritores que la pregonera enumeró con el don de quien “nació sabiendo que la escritura la acompañaría siempre”, como puntualizó la periodista Almudena de la Montaña, que la presentó.

También vertió su don en las palabras que dedicó al admirado Alberti de su querido padre; a los románticos ingleses que “me hablaron mucho de Cádiz”, como el propio Lord Byron, del que se enamoró y con el que “volví a encontrar para mi sorpresa a Cádiz, en el poema The girl of Cádiz”. Así como Hans Cristian Andersen, “que la encontró muy limpia pero que no le gustó”. El mismo síndrome Andersen padeció Alejandro Dumas, cuya arquitectura no le atrapó pero de la que alabó su cielo y mar azul y su “aire transparente y limpio y este soplo de amor que el aire arrastra”.

Una Cádiz muy literaria, dijo Santos, pero también llena de tópicos “que no por ciertos son menos repetidos”, esgrimió. Hizo alusión a la “salada claridad” de Machado; “la ciudad de las cien torres de marfil” de Jacint Verdaguer o “la más blanca del mundo” que acertó a escribir el italiano Edmundo Amicis. Para el gaditano Pemán, añadió, fue más que eso, “un poco genovesa y un poco peruana...”. En sus pesquisas también situó a Cádiz como entrada de América Latina, dijo parafraseando la hermosa copla de Carlos Cano; cosmopolita, tal y como contaban las palabras del poeta Salvador Rueda o más sanguinaria, tal y como señaló de la conquista y desde otra perspectiva el propio Pablo Neruda.

Más idealizada la dibujaba Ory entre hermosos versos, a los que respondieron desde otra realidad más dura y mísera Caballero Bonald o el propio Alberti allá por el 36, mientras que Mercedes Escolano la vivió como ciudad atrapadora.

Pero de todas las Cádiz experimentadas, de todas, Care Santos se quedó su vertiente en poesía, “todo poesía, como escribió Carlos Edmundo de Ory”. Porque “la poesía se ha encargado de contármela siempre, al detalle”. Lo hizo la de Salvador Rueda, de Trapiello, Ana Sofía Pérez-Bustamante y, como ya avanzó al inicio de su pregón, el poema que le dedicó su padre cuando la soñaba desde Rota: “... Cádiz en la lejanía/es un relámpago nuevo/ De cal en el mediodía”.

Un poema, una pasión, un mundo que heredó de su familia y que siempre le perteneció, el de las letras, que ayer la trajeron hasta Cádiz, cuya Feria del Libro inauguró tras las palabras de bienvenida de la concejala de Cultura, Eva Tubío; la delegada provincial de Cultura, Mercedes Colombo; el diputado provincial Fran González y la coordinadora del evento, Carmen Moreno. Una edición dedicada a la mujer a la que ayer puso voz, poesía y alma Care Santos.

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