Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Daniel Rovalher | Actor y músico

“El arte siempre estará donde esté el ser humano”

  • La compañía Ron Lalá cierra esta noche de sábado las representaciones en el Falla del XXXIII Festival Iberoamericano de Teatro con 'Crimen y telón'

El actor y músico Daniel Rovalher.

El actor y músico Daniel Rovalher. / David Ruiz

Ciudad Tierra, año 2037. El Teatro aparece muerto y el detective Noir se embarcará en una investigación contrarreloj para dar con el asesino mientras que la Agencia Anti Arte le pisa los talones pues puede estar a punto de descubrir los oscuros secretos del investigador privado... Un thriller, una distopía, un homenaje al teatro... Crimen y telón, lo último de los siempre refrescantes Ron Lalá que se puede ver en el Festival Iberoamericano de Teatro, es un misterio a resolver cuyas pistas nos revela uno de sus actores, Daniel Rovalher (Aranjuez, 1979),

–El teatro aparece muerto, y espero que sea porque pretenden resucitarlo...

–Lo presentamos así porque, en el fondo, creemos que nunca va a morir. Realmente es una forma de lanzar una pregunta al público. ¿Qué mata al teatro? Porque el teatro no es que muera en nuestra obra, es que lo han asesinado.

–¿Y qué mata al teatro?

–Nosotros representamos eso con la Agencia Anti Arte que se dedica a penar a todo aquel que exprese cualquier tipo de faceta artística, al que le pillen leyendo poesía, escuchando música, bailando El lago de los cisnes, lo que sea, es una manera de preguntarnos qué tipo de trato tiene el teatro hoy día. Nosotros, desde luego, pensamos que nunca va a morir porque es una necesidad humana, porque el arte siempre estará donde esté el ser humano, medio expresión, es un canal perfecto para llevar las emociones de un ser humano hacia otro, y eso ha sido así durante toda la humanidad.

–‘Crimen y telón’ recorre la historia del teatro pero de una forma un tanto atrevida, ¿cuáles son los retos que os ha supuesto abordarla desde el noir?

–Efectivamente ha sido un reto pero un reto agradable porque ha sido buscado. Siempre hemos tenido mucha afinidad con ese lenguaje, con el de la novela negra y con el del cómic también, un tipo de lenguaje donde los protagonistas ponen mucho de su conflicto interno en la historia. El género negro es muy teatral, y además nosotros teníamos ganas de incluirlo en un espectáculo más moderno.

–Encima, rizan el rizo situando este thriller en una distopía. ¿Blade runner ha sido una referencia?

–Sí, claro, es una textura que queríamos trabajar y, por supuesto, Blade runner ha sido una referencia. Encajar la historia en una distopía ha sido muy útil porque es una manera de irnos del presente y eso hace más creíble la ficción. Presentamos un mundo, dentro de 20 años, que está gobernado por drones, donde está prohibido el arte... ¿Es algo muy lejano? Pues no sabemos, es una posibilidad...

–Y más cuando en los últimos años asistimos a un progresivo recorte de la libertad de expresión en las artes (casos titiriteros, Valtonyc...)y fuera de ella...

–Totalmente, pero también quiero precisar que en el montaje no hemos querido hacer un reflejo concreto ni fiel de ese aspecto más crítico con la falta de libertad de expresión porque sentimos que ya está implícito. El teatro no ha muerto habiendo pasado guerras, todo tipo de partidos políticos, de corrientes sociales porque siempre habrá en un rincón de un edificio perdido dos o tres o una persona haciendo teatro.

"Hay que educar a los niños para que después no vean el teatro sólo como ocio, porque es algo más"

–La Agencia Anti Arte sí tiene ese carácter, digamos orwelliano... ¿Una alusión a la censura?

–Y la autocensura. Yo creo que actualmente nos autocensuramos nosotros mismos antes de que nadie nos diga nada, eso sobrevuela un poco en todos.

–¿Cómo casa el humor, uno de los pilares de Ron Lalá, con el género negro?

–Es un poco más complicado pero sí que aparece porque siempre tiene que estar ahí. Nosotros no consideramos el humor como pinceladas sino como un lenguaje que necesitamos para hablar de la realidad. Es verdad que un contexto tan oscuro, tan negro y tan visual como el que proponemos en Crimen y telón, donde todo eso se encarna en el vestuario, en la escenografía, en el ambiente sonoro, en la textura o en la música, es en el texto donde sí que hemos podido regarlo un poquito de ciertos momentos cómicos, de chistes líricos más que en lo corporal porque, claro, manda mucho el género y el perfil de la historia donde hay detectives, sospechosos, personajes de la historia del teatro, personajes clásicos, gente que sale de la Odisea griega...

–Entonces, entiendo que una de las novedades de este espectáculo con respecto a otros anteriores es esa potencia de lo visual, del ambiente, ¿es así?

–Probablemente sí. Jugamos con dos espacios, uno donde suceden todas las apariciones de teatro como personaje. Una vez que se descubre el muerto comienza la investigación y ahí el detective tiene verdaderos encuentros reales. Pero luego hay otro espacio, perfectamente insertado, donde ocurre todo lo clandestino, todo lo que tiene que ver con la calle, lo nocturno, donde el detective tiene que resolver cosas y es el mismo espacio donde se hace la música en directo. Así que tenemos un teatro dentro del teatro y, aparte, una ciudad, Ciudad Tierra que lo llamamos, que es una ciudad distópica situada en el año 2037.

–La música, otra de vuestras señas de identidad

–Así es. Siempre tiene que estar es un apoyo y es un personaje más, es nuestra compañera vital, y siempre interpretada en vivo y a la vista. Todos, cada uno de los cinco que somos, en un momento se sienta en la batería, en el piano o coge las guitarras o el bajo o la percusión para musicar un monólogo, hacer un fondo, para que siempre esté ahí y siempre haciéndolo con el mismo respeto que todo lo demás.

"Para nosotros el ritmo también es un lenguaje teatral que nos ha inculcado Yayo Cáceres, el director"

–¡Y no paran en escena! ¿Cuántos kilos pierden por función?

–Es que para nosotros el ritmo es otro de nuestros pilares, el ritmo como casi lenguaje teatral que nos ha inculcado Yayo Cáceres, el director. Para él el teatro es como salir a jugar un partido porque la concentración previa es la misma, la concentración durante, la competición es la misma, la mente tiene que estar en el mismo sitio, el cuerpo tiene que estar atento, listo para todo, y luego tienes que contar una historia. Vamos, que aquí en hora y media no para nadie. Y eso no significa correr todo el rato sino estar a muchas cosas y conservarlas en un patrón y en un guión que se tiene que respetar cada día de función. Y eso es el ritmo, cómo vamos de una escena a otra, cómo dejas de hacer un personaje sales por la pata y sales corriendo para la otra pata para coger un instrumento y acompañar a un compañero. Y sí, salimos sudando mucho.

–¿Y qué amenaza al teatro hoy día? ¿El público? ¿El público responde cuando hay buenas propuestas?

–Mira, todo lo que depende de la gente no tiene trampa ni cartón. Si tú les pones teatro y le educas pues responderá pero no es fácil conseguir esa costumbre en un municipio o un país, si me apuras, y es trabajo de concejales de Cultura, de programadores, de educadores, que tienen que hacer una inversión, ofrecer diversidad, educar desde el colegio, que los niños pequeños vean teatro como una cosa normal y no convertirlo en un ocio, aunque también lo sea, pero hay algo más. Y eso hay que educarlo desde chicos para que cuando sean adolescentes no confundamos ir al teatro con pasar media hora delante del móvil o ver una serie en el portal de turno o la tele o el fútbol o ir al bar porque no es sustituible, más bien, todo se puede combinar.

–¿A usted le ocurrió? ¿Fue consciente pronto de que esto es lo que amaba?

–Yo de niño, desde los 7 añitos, hacía algo de teatro. La verdad es que mi padre y mi hermano siempre han estado relacionados con la música y el teatro allí en mi tierra, en Aranjuez. Y fue el director de una recreación histórica que se realiza en Aranjuez, Paco Carrillo, que cuando me vio crecer me fue incitando a formarme en el teatro, hablamos que yo tenía unos 16 o 17 años, pero claro, yo tenía la duda de si estudiar mejor una carrera y al final mientras que estudiaba una carrera a la que no me dediqué, Geografía en la Complutense, me puse a formarme de manera clandestina, y ya la dejé cuando todo lo del teatro empezó a ir para arriba. En 2004 me encuentro con Yayo en la escuela con la que yo me estoy formando y me dice que si me apetece ser el quinto ronlalero y que si me voy a Almagro una semana con ellos para conocernos. Y a partir de ahí todo fue una historia hacia arriba y espero que sin fin.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios