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Crítica de arte

Contundencia formal y conceptual

  • Paula Rego, portuguesa de 1935 fallecida recientemente, ha sido especialísima autora de una pintura de gran contundencia, con un poder absoluto de la forma plástica

La pintura de Paula Rego titulada 'El contrato matrimonial'.

La pintura de Paula Rego titulada 'El contrato matrimonial'.

Los buenos aficionados saben que uno de los centros neurálgicos del discurrir expositivo de España es la ciudad de Málaga. Insistir en ello es redundar en algo ya suficientemente conocido. Además, cualquier medio con especial interés por lo artístico tiene, a la fuerza, que acudir a lo que ocurre en la capital de la Costa de Sol por la importancia de lo que, artísticamente, allí se programa. Por eso vuelve nuestra página de arte a estar protagonizada por una importante exposición que tiene lugar en Málaga. Algo tan usual que ya no extraña a nadie y eso que, en los últimos meses, por culpa de una guerra cruel que no entiende de cultura, ni de museos, ni de nada, una de las grandes instituciones artísticas que existía en la capital malacitana y que era estación término de las mejores exposiciones temporales que se podían encontrar, el Museo Ruso, ha visto aparcado su discurrir de muestras significativas con obras llegadas de las colecciones museísticas rusas. No obstante, las magníficas estancias que existen en la que fue Tabacalera de Málaga, pronto, han sido acomodadas para acoger otros importantes asuntos artísticos.

La exposición que hoy nos ocupa se presenta en el que, creo y estoy seguro de ello, es el museo español con más interesantes muestras temporales, el Museo Picasso. Algo que es fácilmente constatable acudiendo a la relación histórica de las últimas programaciones. En esa línea de acierto total que se da cita en el antiguo palacio de Buenavista y que Pepe Lebrero, su director, ha llevado a la mayor cima, nos encontramos con una exposición de Paula Rego, recientemente fallecida y una de las grandes hacedoras de la moderna figuración y una de las artistas internacionales con más prestigio de la historia artística reciente; sobre todo la de la última mitad del siglo XX.

Paula Rego, portuguesa de 1935, ha sido especialísima autora de una pintura de gran contundencia; poder absoluto de la forma plástica pero también de un concepto muy bien concebido que se manifiesta en un discurso sabio, con muchos matices sociales y un trasfondo humano lleno de interés y trascendencia.

La artista nacida en Lisboa en los tiempos en los que, ya, Antonio Oliveira Salazar ejercía el mandato dictatorial que duró hasta 1974 con aquella festiva e incruenta Revolución de los Claveles, se educó en colegios e instituciones ingleses, gracias al acendrado antifascismo de sus padres –que además eran convencidos anglófilos–; esta formación inglesa puede ser uno de los pilares donde se sustenta la pintura figurativa de Paula Rego, que nos hace pensar en los grandes realistas británicos. A lo largo de más de cinco décadas la historia artística de Paula Rego está llena de grandes actuaciones en torno a una figuración excelsa, seria, que relata, sin contemplaciones, el estado de una sociedad muy cuestionada y que ella descubre sin pasión, con un lenguaje poderoso donde no existen medias tintas y en el que se manifiestan muchas de las circunstancias que pueblan el alma humana, sobre todo la de las mujeres.

La exposición, comisariada por Elena Crippa, nos pone en la sintonía total con esa pintura de carácter que ha protagonizado el arte de esta lusitana que nos hace encontrarnos con una obra de particular lenguaje, con unos personajes que magnifican su propia existencia humana, que describen esa sociedad a contracorriente, muchas veces portadora de dramas incontrolables por la propia crueldad del hombre y de sus personales posiciones, casi siempre asimiladas a muchas circunstancias agónicas que le hacen protagonizar una sociedad con excesivos desajustes emocionales.

En la muestra nos encontramos muchas de las situaciones artísticas que, a lo largo, de estos años, han conformado el grueso de su pintura. Posiciones de una abstracción básica, utilización del collage y del pastel que argumentan poderosas situaciones formales y, sobre todo, de esa figuración descarnada donde lo real describe entidades de suma crudeza. En la pintura de Paula Rego nada deja indiferente. Sus historias narran escenas donde lo humano desarrolla escenas duras, sin concesiones; muestrarios de una sociedad con más luces que sombras; relatos que desentrañan estados del alma, posiciones existenciales que marcan, con precisión, los registros de una humanidad cruda, de tintes sombríos y estrictos argumentos.

La exposición somete al espectador a una experiencia fuerte; las obras no describen relatos bellos de sutiles posiciones; todo lo contrario, descubren, con suma crudeza la realidad de lo que acontece; una realidad donde la figura de la mujer tiene una importancia capital; quizás porque en ella se manifiesta muchas de las sinrazones de la existencia humana.

De nuevo hemos tenido que acudir a lo que se ofrece en el Museo Picasso de Málaga para encontrarnos con una de las grandes figuras del arte internacional. La exposición de Paula Rego nos descubre la potencia, artística y conceptual, de una de las realizadoras más apasionantes que ha dado el arte contemporáneo.

En los días que esto se escribía, nos enteremos de la muerte de Paula Rego. Tenía ochenta y siete años y una carrera importante que sirvió para dejar una obra importante, reflejo de una sociedad con muchos desajustes. Sirvan estas palabras como eterna memoria de una mujer importante para el arte y para la vida.

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